Hay hechos
alrededor de los cuales, y por determinadas circunstancias, se condensan
prácticamente todas las disputas internas de los principales actores políticos
de un país. Uno de estos hechos ha sido, sin duda, la aprobación del pliego que
asciende a César Milani a Teniente General del Ejército.
El diario La Nación, por ejemplo, en su editorial
del 17 de diciembre, acusa al kirchnerismo de incoherente y de utilizar los
derechos humanos como justificación para la persecución ideológica. No conforme
con esto, además, exige el rechazo del ascenso afirmando lo siguiente: “Con la aspiración de convertir a los
militares en militantes, Milani hace reaparecer la febril ensoñación
carapintada de transformar al Ejército en una montonera, es decir, en la
organización armada de un movimiento político. Con la fantasía de este general,
el kirchnerismo agrega otro rasgo familiar con el chavismo, que concibió a las
instituciones castrenses de Venezuela no como un dispositivo de defensa
sometido a la regla constitucional, sino como la dimensión castrense de una
experiencia política específica”.
Remarcar el
punto de vista de este diario resulta de relevancia pues, por razones que se
verán a continuación, el debate está siendo marcado por las críticas que se han
hecho “por izquierda” al tiempo que se le ha dado nula cobertura a lo que se
dice desde la derecha. Así, no debe pasarse por alto que Milani genera un
enorme escozor en los sectores más conservadores de nuestra sociedad. Y el
pánico de éstos parece basarse en palabras como las que Milani pronunciara el 3
de julio de 2013 al asumir como Jefe del Estado Mayor del Ejército. Allí, entre
otras cosas, indicaba: “Pretendo aquí
un Ejército maduro, (…) para acompañar el Proyecto Nacional que hoy se
encuentra vivo e instalado en el corazón y la mente de los argentinos (…) Un
Ejército Sanmartiniano, profundamente comprometido con los valores de la
argentinidad, la democracia y los derechos humanos. (…) Queremos un Ejército
unido, integrado con las otras Fuerzas Armadas y comprometido con la
sociedad a la que se debe, con el único fin de contribuir con el bien común de
los argentinos y profundizar nuestra hermandad con los países de la Gran Patria
Sudamericana. (…) Señora
Presidenta, sepa de mi compromiso y el de todo el Ejército con las políticas de
transformación emprendidas por usted”.
Oír de boca de un alto mando del
ejército palabras como éstas, genera, por lo menos una sorpresa que, claro
está, para ciertos sectores es motivo de indignación.
Ahora bien, si se sigue recorriendo el amplio espectro de posiciones e internas (en algunos casos hasta personales) que se han dirimido en torno al ascenso de Milani, cabe mencionar la de aquellos sectores que en los primeros años del kirchnerismo formaban parte de él o al menos simpatizaban con él. Esto incluye desde referentes asociados a la tradición liberal republicana, pasando por hombres y mujeres que levantan banderas de izquierda aliándose al revolucionario Alfonso Prat Gay, para llegar a periodistas que votan al Partido Obrero al tiempo que trabajan, promueven y acuerdan con la agenda y los intereses del multimedio Clarín. Estos sectores, desde hace un tiempo, hablan del “relato” y son los que acusan al kirchnerismo de haber buscado en los derechos humanos una mascarada desde la cual poder legitimar una política conservadora, a pesar de que los casi 500 represores sentenciados por crímenes de lesa humanidad vienen comprobando que esos barrotes con los que conviven día y noche no se comen, no son de cotillón ni son parte de un cuento de ficción.
Ahora bien, si se sigue recorriendo el amplio espectro de posiciones e internas (en algunos casos hasta personales) que se han dirimido en torno al ascenso de Milani, cabe mencionar la de aquellos sectores que en los primeros años del kirchnerismo formaban parte de él o al menos simpatizaban con él. Esto incluye desde referentes asociados a la tradición liberal republicana, pasando por hombres y mujeres que levantan banderas de izquierda aliándose al revolucionario Alfonso Prat Gay, para llegar a periodistas que votan al Partido Obrero al tiempo que trabajan, promueven y acuerdan con la agenda y los intereses del multimedio Clarín. Estos sectores, desde hace un tiempo, hablan del “relato” y son los que acusan al kirchnerismo de haber buscado en los derechos humanos una mascarada desde la cual poder legitimar una política conservadora, a pesar de que los casi 500 represores sentenciados por crímenes de lesa humanidad vienen comprobando que esos barrotes con los que conviven día y noche no se comen, no son de cotillón ni son parte de un cuento de ficción.
Pero sin dudas,
el mayor conflicto se dio entre diferentes actores políticos afines al
gobierno. En primer lugar, apareció, en referentes culturales y hasta en
políticos aliados, una perspectiva clásica de cierto progresismo
antimilitarista que muchas veces cae en críticas políticamente correctas para
lavar la culpa que sienten por ser oficialistas. En segundo lugar, lo más
significativo: la impugnación del CELS de Horacio Verbitsky. Esta ONG ha acompañado
las políticas gubernamentales pero esta vez se opuso con firmeza. Sin embargo
ha sido bastante zigzagueante el accionar del CELS particularmente en este caso
pues en los anteriores tres ascensos de Milani no hizo ninguna presentación ni
impugnación. Esto significa que el CELS se equivocó antes o se equivoca ahora
aunque una explicación de este comportamiento la dejó entrever Miguel Ángel
Pichetto quien como Jefe de bloque oficialista en el Senado indicó "¿Milani
era bueno cuando estaba en el Ministerio de Defensa y de pronto es un personaje
deleznable cuando no está acompañando a Nilda Garré?" El vínculo de la
exministra con Verbitsky es conocido y las palabras del senador rionegrino
estaban, sin dudas, dirigidas al periodista de Página 12. Pero la posición de
Verbitsky como referente del CELS resultó más confusa aún cuando en su nota del
domingo 22/12/13, el autor de Un mundo
sin periodistas, indicó que la argumentación del bloque oficialista se
había basado, equivocadamente, en la presunción de inocencia (pues, recordemos,
Milani no está imputado ni procesado en ninguna causa vinculada a violación de
derechos humanos, al menos, hasta ahora). Para Verbitsky, entonces, el
oficialismo no entendió que en el Senado no se estaba juzgando lo que se debe juzgar
en la justicia penal sino la idoneidad para ocupar el cargo político de
Teniente General. Verbitsky lo dice de este modo: “Lo que Milani haya hecho como
subteniente es objeto de procesos judiciales, que determinarán si le
corresponde una condena, a lo que nadie debe adelantarse. Lo que se debate
desde que su pliego ingresó al Senado es su idoneidad como general y su apego a
los principios democráticos imprescindibles para ocupar la jefatura de Estado
Mayor del Ejército. Por eso, cuando Milani pidió formular su descargo, el CELS
no lo interrogó sobre las causas penales sino respecto del contexto en que los
hechos sucedieron y las valoraciones que hoy le merecen. Por propia voluntad
agregó respuestas a preguntas que el CELS no le hizo”.
Ahora bien, si acordamos que lo que está en juego no es lo
que está en la justicia, sino la idoneidad para ocupar el cargo, algo que,
claro está, es determinado por la decisión política de CFK, ¿desde qué lugar el
CELS considera legítimo poner en tela de juicio esa decisión? Lo digo de otra
manera: la gran trayectoria del CELS en la defensa de los derechos humanos con
grandes aportes que tuvieron su consecuencia en los tribunales y transforman a
esta organización en una referencia hasta, si se quiere, moral, no le da entidad
para poner en tela de juicio una decisión política pues los votos y con ellos,
la legitimidad, son de la presidenta y de los representantes del pueblo. Por
otra parte, si efectivamente y, como corresponde, no debemos adelantarnos a lo
que diga la justicia, ¿la razón para poner en tela de juicio la decisión
política es un cuestionario del CELS? Resulta sorprendente pero algunos días
atrás, en una entrevista que le realizara Ingrid Beck en AM 1110, Verbitsky, amparado
en ese mismo cuestionario, indicó que Milani tiene una posición “negacionista”
(SIC) por haberle dicho al CELS que no supo lo que había pasado en la dictadura
hasta recién llegada la democracia. Está claro que cualquiera puede dudar de
las palabras de Milani pero en ellas no hay negacionismo. Se lo podría acusar
de tal sólo si Milani hubiera dicho que no hubo genocidio pero no haberlo
sabido hasta 1983 no significa negar que haya sucedido.
Para finalizar, como usted habrá observado, no me he
introducido en los aspectos judiciales. Para eso está la justicia. Yo no sé si
Milani hizo lo que algunos dicen que hizo. Dejemos que lo decida la justicia.
Mientras tanto, creo que no hay que caer en falacias de autoridad, aquellas que
atribuyen verdad a todo aquello que sale de la boca de una autoridad por el
simple hecho de serlo. Porque el problema de esta falacia se da cuando dos
autoridades tienen posiciones opuestas. Así llegaríamos a preguntas absurdas
como ¿quién tiene razón? ¿La autoridad del CELS o la autoridad de Hebe de
Bonafini y Estela de Carlotto que apoyaron abiertamente la designación de
Milani? Es porque quiero evitar ese tipo de falacias que no me interesó
plantearlo en esos términos desde el principio ni me interesa hacerlo al final.
Para otra columna quedará exponer una discusión existente al interior de las
organizaciones de derechos humanos acerca de si es correcto o no condenar a
todo aquel que hubiera ocupado alguna función durante la dictadura militar.
Allí hay buenas razones para justificar una posición u otra y también hay
internas. Como todas las que aquí desarrollé y que fueron mencionadas porque,
claro está, son parte de la interna de quien escribe esta nota.
Alfonsín no pudo lograr un solo general democrático en 5 anios, al turco no le importó. Néstor bajo los cuadros y hechó a los corruptos del Ejército. Cristina limpió y depuró los cuadros, y logró estos dichos de Milani, un logro nada despreciable. Horacio tiene sus posiciones de máxima, irrenunciables. Está en todo su derecho. Nosotros también tenemos todo nuestro derecho de elegir a quién queremos. Al que no le guste, que no nos vote. La Miernazion no merece comentarios. Gracias Dante!
ResponderEliminara
ResponderEliminarCdo leo "dejemos que lo decida la justicia" me acuerdo de tus caritas, y risitas cdo en el programa extorsivo del cual formas parte dedicaban horas a analizar que hicieron mirtha y susana durante la dictadura. Ahora que tendrias q opinar, te cagas ensima. Miedo te da tener q decir algo q valla en contra del "proyecto". Un sapo del tamaño de Milani y lo que se te ocurre decir es "se lo podría acusar de tal (negacionista) sólo si Milani hubiera dicho que no hubo genocidio pero no haberlo sabido hasta 1983 no significa negar que haya sucedido". Obediencia debida se llama lo tuyo. Chupar las medias por no decir otra cosa a quien te indiquen. Como lo hiciste con moyano, o con Scioli durante la campaña. Chupe Palma, y Palma chupa con gusto.
ResponderEliminarTu pesimo articulo define de manera perfecta lo q es "la politica de DDHH" del gob. El uso como elemento de extorsion moral de Carlloto y Bonaffini. Lo hizo incontables veces el gob. Y lo haces vos ante la imposiblidad de discutir honestamente la posicion de Verbitsky corres rapido bajo las polleras de las madres de desaparecidos que se encargan de justificar lo q sea pq son organicas al Kirchnerismo. Un buchoncito del poder, que se esconde detras de victimas, al servicio del aparato de propaganda estatal, mercenario. Eso es lo q sos. Espero el pueblo, tenga memoria.
ResponderEliminar¿Puede un hombre dela milicia no saber que sucedía?
ResponderEliminarExistió alguien relacionado con lo militar que no supiera que pasaba?
Son dudas despojadas de toda malicia. Son dudas legítimas, me parece.
Un mundo sin periodistas
ResponderEliminarindicó que la argumentación del bloque oficialista se había basado,
equivocadamente!
en la presunción de inocencia!
¿?