Una vez que asumimos que la
realidad es constituida a través del lenguaje, entendemos que la tarea del
nombrar es central pues el qué y el cómo se nombra genera las anteojeras desde
las cuales la ciudadanía se vincula con su entorno y con el mundo. De este
modo, ser capaz de instalar un nombre implica la imposición de la cosmovisión
que ese nombre trae consigo. En las sociedades actuales, la tarea del nombrar
está atravesada por, justamente, los medios, y lo que ha sucedido en la última
semana no ha sido la excepción. Específicamente, los diarios Clarín y La Nación, pero también muchos otros periodistas y políticos,
llaman “conflicto social” a los hechos que se vienen desencadenando desde el
autoacuartelamiento de la policía en Córdoba. ¿Pero cómo se puede llamar
conflicto social a una extorsión perpetrada por algunos grupos de diversas
policías provinciales que actúan en connivencia con bandas narcos y
delincuentes saqueadores? La idea, claramente, es instalar una analogía con
1989 y 2001 ¿Pero alguien en su sano juicio puede comparar esta situación con
lo ocurrido en aquellos años en que hordas hambrientas, desocupadas y
desclasadas decidían salir a vaciar supermercados? Como si esto fuera poco hay
comunicadores que, incluso, se atreven a comparar la cantidad de muertos
ocurrida el 19 y el 20 de diciembre de 2001 con la lamentable cifra creciente
que viene rodeando a los hechos ocurridos en los últimos días. ¿Pero se puede
comparar la decisión política de reprimir a los manifestantes que adoptó el
gobierno de De la Rúa con, por ejemplo, un muerto por electrocución cuando
intentaba ingresar a saquear un comercio? No hay muertos con más valor que
otro. Lo que sí es distinto es la responsabilidad del Estado y del poder
político. ¿Si un comerciante particular mata a un saqueador en el contexto de
una zona liberada por la policía estamos ante una situación análoga a un Estado
que da la orden de matar como sucedió en 2001?
Para finalizar, debe quedar claro
que afirmar que esto no puede ser llamado “conflicto social” no significa
omitir que en el país siga habiendo pobreza y desigualdad más allá de los
enormes avances en la reducción de ambas. Mientras éstas existan siempre habrá
un conflicto social latente pero lo sucedido en estos últimos días es otra
cosa. Estemos bien atentos, entonces, a cómo nombramos pues puede que desde
hace mucho tiempo lo que nos estén saqueando, sin que nos demos cuenta, sea, ni
más ni menos, el lenguaje.
Antes de leer esta nota yo también me planteaba el tema de la cuestión semántica (robo/saqueo). Me preguntaba si está cuestión trascendía en algún punto. No encontré motivos para decir que sí.
ResponderEliminarAsí tomé otro camino, el histórico: evoqué el 2001, diciembre. 2002, también. Las crisis que provocaron muertes que provocaron tapas de Clarín. La (des)información. Y 11 años después... los saqueos provocaron la aparición de Duhalde diciendo que el problema de la droga es grave: SOLIDEZ FACIAL. Teléfono para Eduardo, es Hernán López Echagüe.
como ejemplo de tu escrito esta el lamentable tweet de tenenbaum https://twitter.com/ertenembaum/status/410490101710331904
ResponderEliminarcomo comunicador deja mucho que desear, pero es en el manejo de su lenguaje que establece comparaciones "incomparables".
@barbartica