La fórmula AF-CFK ha trastornado el escenario político y el
debate público. Ni los propios ni los extraños saben qué hacer y parecen actuar
más por la compulsión al Meme y el minuto a minuto que por los diagnósticos y
las estrategias comunicacionales. Desconozco si la fórmula será vencedora pero
el gobierno quedó grogui y obligado a dar un golpe de efecto en la decisión
acerca de qué fórmula presentará. Por su parte Alternativa Federal sigue desdibujándose
y al menos en estas horas no sabe si logrará que Massa y Lavagna jueguen allí,
a tal punto que pareciera que la oposición se fragmentaría en tres pedazos: uno
mayoritario, Unidad Ciudadana/PJ, y dos testimoniales que buscarán arañar los
dos dígitos: Alternativa Federal con o sin Massa, y un espacio autodenominado “progresista”
con radicales, socialistas y algún que otro emprendimiento personal que pueda
captar algo del voto progre anti peronista de grandes centros urbanos. Quien no
encuentre representación allí podrá ser parte del 2 o 3% que obtendrá la
izquierda afirmando, como siempre, que todos son lo mismo.
En algunos días todas estas hipótesis serán probablemente
echadas por la borda pero aún así me permito jugar a anticipar algunas jugadas
tal como hice en este mismo espacio a partir de la lectura de Sinceramente cuando de allí extraje la
conclusión de que CFK interpretaba que AF podía ser el reemplazante de Néstor
Kirchner en lo que a “pareja política” respecta, aunque claro, no pude prever
que esa “pareja política” se traduciría literalmente en una fórmula
presidencial.
Retomando lo dicho algunas líneas atrás, el gobierno tiene
dos opciones: o armar una fórmula “pura” como en 2015 o abrir el juego ante la
posibilidad de no alcanzar los 30 puntos en una primera vuelta y, con ello,
enfrentarse al riesgo de perder allí mismo la elección. Dicho de otra manera, en
Cambiemos saben que necesitan llegar, como sea, a la segunda vuelta para allí
polarizar. La opción pura es Macri con alguien del riñón que, en el mejor de
los casos, podría ser M. E. Vidal. Se supone que la gobernadora empujaría para
arriba a Macri aunque el riesgo de esa jugada es dejar “vacía” la provincia de
Buenos Aires. La opción “impura” implica dar un giro a la doctrina Peña/Durán
Barba que siempre apuntó a consolidar el núcleo duro y a no compartir el poder
con los aliados. Sería un gesto de debilidad pero también podría ser presentado
como un gesto de apertura que le diera un halo de renovación a un gobierno que
tiene poca novedad para ofrecer. Es que al fin de cuentas toda movida política
puede presentarse de dos formas antagónicas tal como sucedió con la decisión de
CFK de presentarse como Vice. ¿Fue una debilidad o un gesto de apertura
producto del análisis del equilibrio de fuerzas? Para mí fue lo segundo pero
muchos lo presentaron como lo primero. En el juego de nombres, el inasible Lousteau
podría ser el candidato a Vice de esta variante. La posibilidad de un vice de
Alternativa Federal, desde mi punto de vista, estaría descartada, justamente,
porque generaría muchísima tensión en el acuerdo con los radicales y los
seguidores de la figura de Carrió. También me resulta inverosímil la
posibilidad de que Macri se baje porque eso generaría la ingobernabilidad
inmediata y no garantizaría una mejor performance de su reemplazante que, en
este caso, sería el “plan V”.
Al momento de analizar las posibilidades de Alternativa
Federal y el espacio que lideraría Lavagna, resulta más interesante
preguntarse, ya que su peso sería marginal, a quién perjudica su presencia. El
sentido común me haría pensar que una oposición fragmentada beneficiaría al
oficialismo pero ¿ustedes están seguros de ello? Los votos de Urtubey, Pichetto
y el socialismo más el GEN son votos que pierde la fórmula AF-CFK o que pierde
Macri? Incluso los votos de Massa, al menos en los antecedentes inmediatos, al
momento de un balotaje, se inclinaron mayoritariamente hacia Cambiemos antes
que hacia el kirchnerismo y ni que hablar si mencionamos el caso de la Córdoba
de Schiaretti. Con todo, también es verdad que los tiempos han cambiado y que
alguno de esos votantes podría acercarse a la fórmula en la que participa CFK
porque la presencia de AF supone, a priori, un corrimiento hacia el centro y
una apertura dialoguista con sectores que tenían interrumpida la comunicación
con el núcleo duro del kirchhnerismo. Así, se podría concluir este párrafo
indicando que, aunque suene paradójico, la fragmentación de la oposición podría
acabar beneficiando a la oposición mayoritaria que, tal como arrojan algunas
encuestas, tendría consolidado un piso de 35 puntos, número cercano a los 40
con los que podría alzarse con el triunfo.
Eso sí, claro está, en una elección tan disputada, no se
pueden cometer errores de diseño electoral tal como los que cometió el
kirchnerismo siendo gobierno. ¿Qué hará, entonces, en la Provincia de Buenos
Aires el espacio Unidad ciudadana/PJ? Las encuestas le dan los mejores números
a Kicillof pero los intendentes presionan para poner a uno de ellos. ¿Kicillof y
Magario podría ser una fórmula de consenso? Si ese fuese el caso, puede que no
sea la mejor decisión que Máximo Kirchner encabece la lista de diputados porque
si la lógica es abrir el juego hacia sectores más moderados no será fácil
explicarle la moderación a un votante que se encuentra con una boleta en la que
aparecerán, en grande, 3 letras K: CFK, Kicillof y Máximo Kirchner. ¿Se abriría
la puerta a algún referente moderado que no haya sido del riñón k y que, sobre
todo, sea un hombre que represente al interior de la provincia? ¿Acaso Felipe
Solá? ¿Acaso Julián Domínguez?
Para finalizar, algunas reflexiones en torno a lo que
mencionábamos en un principio. Me refiero a la particular reacción de todos los
actores intervinientes después de que se hiciera pública la fórmula. Los medios
oficialistas, los trolls y los referentes del gobierno en primer lugar salieron
a buscar en el archivo pasajes en los que AF haya sido crítico de CFK y el
kirchnerismo. Naturalmente encontraron porque no hay que olvidar que hubo allí
un distanciamiento de 10 años. Sin embargo no entienden que las contradicciones
podrían disuadir a un espacio con votantes volátiles pero el hecho de que esté
la propia CFK en la lista anula completamente la posibilidad de que algún
votante k decida no apoyar esa fórmula por las presuntas diferencias que
tendría AF. Es más, si bien está claro que AF no tiene votos por sí mismo ni
estructura territorial, exponer las críticas que él ha realizado a CFK y al
kirchnerismo, algunas, por cierto, bastante razonables, lo único que va a
lograr es que un porcentaje del electorado encuentre allí la posibilidad de un
kirchnerismo “mejorado” o “autocrítico”. Dicho en buen criollo: AF no quita
sino que suma votos. Si esos votos que suma son muchos o alcanzan para ganar la
elección, no lo sé.
Y en cuanto al espacio de Unidad Ciudadana allí también se
observa cierta confusión y falta de coordinación. Por un lado, CFK hace
claramente un gesto para correrse del centro y evitar la polarización que
pretendía el gobierno. Sin embargo, militantes hacen circular pintadas como
“Alberto presidenta”, o dibujos en los que aparece la silueta de ella con los
bigotes de AF, y dirigentes aparecen en los medios tratando todo el tiempo de
aparecer como leales a CFK y a su centralidad. ¿Se dan cuenta que de esa manera
abonan la tontera de los Lombardi de presentar esta estrategia electoral como
una remake del “Cámpora al gobierno y
Perón al poder”? ¿Alguien les pide tanto? ¿Se dan cuenta que en paralelo hay un
intento, desde lo nominal, de deskirchnerizar la fórmula y que hacer énfasis en
la figura de ella va en sentido contrario? ¿No les resulta curioso que,
justamente, se intente hablar de “los Fernández” y que Cristina haya perdido,
de repente, el apellido Kirchner? Parece que no se han dado cuenta. Pero eso sí,
estoy seguro que en el oficialismo van a empezar a parafrasear a Néstor
Kirchner para afirmar “No se olviden que Cristina Fernández es Kirchner”.
El 22 de junio es la fecha límite para el cierre de las
listas. Hasta hace una semana todos suponíamos que las novedades llegarían muy
cerca de esa fecha. Sin embargo, una decisión política y electoral del
principal espacio de la oposición ha acelerado los tiempos. Aunque no siempre
sucede así, al menos hasta ahora, se cumple aquello de “golpea mejor, quien
golpea primero”.
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