De las disputas al interior del espacio nacional y popular
surge un claro ganador: Mauricio Macri. En cuanto a los perdedores, podría
decirse que Randazzo es el más damnificado en el corto plazo y que CFK resultaría
damnificada en el mediano plazo. A continuación intentaré justificar estas
afirmaciones.
La primera es quizás la más evidente: Macri y Cambiemos se
van a beneficiar en la medida en que la oposición se fragmente. Asimismo, se
beneficiarían, al menos en lo discursivo, con una candidatura de CFK puesto
que, como alguna vez dijimos aquí, el oficialismo ha sido muy eficaz en presentarse
como promesa de futuro y el FPV sigue demasiado apegado a “lo bueno que alguna
vez se hizo”. De hecho, el “vamos a volver” supone una épica del regreso pero
hoy no parece resultar suficiente frente a “la mística vacía” de un cambio por
el cambio mismo. Confrontar con CFK va a ser presentado, entonces, como una
confrontación con el pasado y, en ese sentido, cualquier candidato oficialista será
competitivo al estar revestido del “halo de expectativa” sobre lo que no se
conoce. Usted me dirá que se conoce muy bien lo que piensa hacer el gobierno y
tiene razón. Pero hay un sector de la población que todavía cree que la crisis
actual es responsabilidad del gobierno anterior.
Ahora bien, al inicio indicaba que el más damnificado sería
Randazzo. Sin dudas es así y en ese sentido la jugada de CFK ha sido de enorme
astucia pues al haberlo dejado solo desincentivará a todos aquellos que pensaban
apoyar al ex ministro en el afán de disputar el liderazgo del peronismo. A
Randazzo le convenía competir en las PASO contra CFK o contra quien fuese
porque aun perdiendo lo posicionaba de cara al futuro como aquel que pretende
ser la renovación “desde adentro”. Ahora le quedó el PJ que, en tiempos
posmodernos, ya no garantiza un caudal demasiado importante de votos, algo que
intentará suplir con algunos intendentes fieles y sectores sindicales que le
aporten algo de estructura. Con todo, con Randazzo sucede algo muy curioso: en
2015 el kirchnerismo más duro lo presentaba como el único capaz de garantizar
la continuidad. Lo celebraban en Página
12, en 678 y en Carta Abierta, al tiempo que se decía que Scioli era el
candidato del establishment. El
propio Randazzo era exageradamente duro, incluso públicamente, contra Scioli.
Pero ahora se dice que Randazzo es Magnetto aunque al mismo tiempo se llama a
la unidad. ¿Qué se dirá si, por más improbable que fuera en este momento,
Randazzo acepta ir en una lista de unidad con CFK? Era la misma pregunta que me
hacía en 2015 cuando desde el frente interno se atacó ferozmente a Scioli para
una semana después pasar a hablar de la “lealtad de Daniel”. Sin intentar
defender aquí a Scioli o a Randazzo, el comentario simplemente pretende indicar
que las acusaciones de traición y “magnettización”, tan caras al peronismo y al
kirchnerismo, deben hacerse con mayor cautela.
En cuanto al FPV, devenido Unidad Ciudadana, en el corto
plazo, puede decirse que logró el cometido de evitar la interna aunque
sinceramente las razones no parecen del todo convincentes. En otras palabras,
si las encuestas eran verdaderas y el triunfo de CFK sobre Randazzo giraría en
torno a un 70% a 30% o un 80% a 20%, ¿por qué no competir y garantizarse así que
los perdedores acaben “jugando adentro”? De esta manera, CFK hubiera aparecido
abierta al aceptar las PASO, frente a quien osaba disputar su lugar, para
vencerlo categóricamente y lograr que las internas abiertas del FPV/peronismo
fueran las que contaran con mayor caudal de electores.
En todo caso, el argumento de la unidad es atendible pero
solo para la elección de octubre, no para las PASO (tal como parece que
sucederá en la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, donde tres listas
dirimirían la interna y luego se unirían para la elección). De hecho,
recuérdese que Cambiemos se benefició de las PASO aun cuando el establishment
periodístico le imploraba que evitara la interna y que, incluso, pactara con
Massa. Por mencionar los casos más importantes, hubo PASO en la ciudad de
Buenos Aires entre Rodríguez Larreta y Michetti y eso no impidió que finalmente
lograra imponerse el primero en el balotaje; y hubo PASO para las elecciones
presidenciales que derivarían en Macri presidente. Es más, Macri no compitió contra
una lista sino contra dos: la encabezada por Sanz y la encabezada por Carrió.
Pero ganó esas PASO, salió segundo en la primera vuelta frente a Scioli y
terminó ganando en el balotaje.
Por último, se llegó a decir que habría una masiva
participación del “voto útil” de buena parte del electorado anticristinista
para apoyar a Randazzo y acabar con CFK. Sin embargo, es inverosímil que un 25%
del electorado sea capaz de sumarse al 10% que tendría Randazzo para hacerlo
vencedor en una hipotética interna. Si eso sucediese sería único en la historia
y terminaría favoreciendo también a CFK pues demostraría que, aun perdiendo,
sigue siendo la figura central de la política argentina.
Por otra parte, si bien es posible que con la estrategia de
armar un frente sin el PJ, la Unidad ciudadana triunfe, lo cierto es que el
espacio del ex Frente para la victoria se va desgajando cada vez más. Alguno
dirá que se va depurando, lo cual tampoco es estrictamente falso pero la
sensación es que desde hace algunos años el espacio que rodea a la presidenta
viene siendo incapaz de impulsar referentes alternativos, de modo tal que no
todo dependa de ella, y ha ido alejando a dirigentes y sectores del electorado
con los cuales se tienen más afinidades que diferencias, máxime frente al
adversario político de la actualidad.
Para finalizar, aun cuando en el mejor de los casos, el
resultado de esta fragmentación no impida el triunfo de CFK en octubre, es de
esperar que el costo se comience a pagar en el futuro, no solo por la cada vez
más abultada lista de presuntos “depurados” en la provincia de Buenos Aires,
sino porque en 2019 la elección es a nivel nacional y en muchísimas provincias
el peronismo y el PJ interpretan que la actual estrategia del FPV es una
continuidad de los errores que durante la administración kirchnerista valieron
una interna feroz entre los sectores más progresistas y los espacios más
cercanos al riñón del peronismo. En otras palabras, hay referentes, militantes
y sectores del electorado de todo el país que observan con preocupación lo que
para algunos es una salida “frepasística”, al estilo de una socialdemocracia
con la cual CFK siempre habría comulgado. Y no hablo de taxidermistas
taxidermizados como Julio Bárbaro o Jorge Fernández Díaz, sino de vastos
sectores de la sociedad argentina a los que la agenda progre no llega. Y ni que
hablar, por cierto, si la estrategia sale mal, esto es, si CFK decide ser
candidata y en octubre pierde o gana por una diferencia exigua frente a un
candidato ignoto. Allí el riesgo de fin de ciclo será muy grande y, como viene
sucediendo últimamente, el kirchnerismo no parece tener un plan B.
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