El portal oficialista INFOBAE
indicaba que en el primer día de la EXPO “Empleo Joven 2017”, inaugurada por el
mismísimo presidente, habían asistido 175000 jóvenes de entre 18 y 29 años para
intentar ocupar alguno de los 10000 puestos de trabajo que ofrecían las
principales empresas del país. Como un pretendido atenuante aclaraban que solo
el 12% estaba desempleado y que el 70% estaba allí para cambiar de empleo. El
gobierno y los organizadores lo presentaron como un éxito más allá de que en
redes sociales arreciaban los comentarios de asistentes desilusionados que
fueron a buscar trabajo y solo se llevaron folletería de la mano de chicas
lindas con descuentos para cursos de capacitación. Incluso el propio diario Clarín informó que quienes se acercaron
hasta La Rural tuvieron que hacer seis cuadras de cola para ingresar.
Dejando de lado al que fue allí
desempleado, el dato más sorprendente es que si el 70% quiere cambiar de
trabajo, eso significa que el 70% de los jóvenes que asistieron están
disconformes con sus empleos. Pero además, el hecho de que 175000 personas
disputen los 10000 lugares le permite al empleador imponer sus condiciones,
pues todos sabemos que la falta de trabajo y la precarización del mismo
producen un efecto disciplinador.
Hasta aquí lo que está más o
menos en la superficie. Lo que no sobresale tanto es el hecho de que este
episodio se da en el marco de la ideología “emprendedorista” que impulsa este
gobierno en particular y la cultura neoliberal en general.
Desde mi punto de vista, el
término “emprendedorista” reemplaza al “empresario” porque este último goza de
cierta mala prensa, al menos en Argentina. Ser empresario en Argentina es
siempre ser un pez gordo y ser, como dirían en el barrio, un garca. Es injusta
la generalización pero está instalada en el sentido común. El emprendedorista,
en cambio, más allá de que probablemente a la larga, en un sentido, no difiera
de un empresario, apunta más a lo “micro”, a aquel que quedó afuera del sistema
pero también al profesional que tiene un título y no logra superar los 15000
pesos de sueldo. Emprendedorista es, entonces, desde un periodista freelance, hasta un ingeniero en
sistemas que crea una aplicación desde su casa, pasando por un chofer de Uber y
quien vende vianda con comidas vegetarianas en Palermo. Más allá de que el
emprendimiento puede derivar en puestos de trabajo, la ideología
emprendedorista piensa más en términos individualistas tal como se sigue de los
ejemplos antes indicados. Y por sobre todo, es el emergente de una sociedad en
la que las relaciones de trabajo están cada vez más desreguladas. Te dicen que
con tu emprendimiento sos tu propio jefe pero lo que no te dicen es que sos tu
propio jefe en una jungla en la que no vas a tener seguridad social, ni aguinaldo,
ni vacaciones, ni licencias, ni derecho alguno ni Estado que medie. Salís y
entrás del sistema, y no serás empleado sino, en el mejor de los casos, un
contratado, esto es, un individuo que circunstancialmente y por un tiempo
específico establece una relación con una empresa que no tendrá ninguna
obligación para con vos. En este sentido, y este es el punto más interesante,
el emprendedor, más que reemplazar al “empresario” viene a reemplazar a los
trabajadores para cumplir así el gran ideal del poscapitalismo, esto es, un
capitalismo con capital pero sin trabajadores o, al menos, con trabajadores que
no asuman que lo son. No hay más asalariados sino individuos-empresa, no hay
más sindicatos porque cada uno administra su fuerza de trabajo y no hace falta
Estado porque toda intermediación es nociva. Asimismo, el emprendedorista es
totalmente responsable de su destino y esto se justifica en términos
meritocráticos. Es difícil oponerse a la meritocracia, siempre y cuando ésta
sea verdadera, esto es, siempre y cuando todos comencemos la carrera del mérito
desde el mismo lugar. Esto es tan viejo como el capitalismo. El punto es que
cuando uno ingresa a la carrera, algunos corredores están muy adelantados y una
gran mayoría se encuentran enormemente rezagados. Eso significa que no todos
corren en pie de igualdad y es allí donde los Estados de Bienestar intervienen
de modo tal que los competidores se emparejen un poco al menos.
Frente a esto, los que corren con
ventaja han pretendido instalar en los rezagados que el lugar que ocupan es el
lugar que les corresponde en base a su mérito y que ni las políticas públicas,
ni el capitalismo ni la explotación de los empleadores son culpables de este
escenario. Si hace dos años estaban bien, los rezagados te decían que era
porque se rompían el culo trabajando. Hoy se siguen rompiendo el culo
trabajando y sin embargo están peor pero lo explican autoculpándose por haber
participado de una presunta fiesta del despilfarro, una fiesta de consumo a la
que no se podía ingresar. Esa culpa que recae sobre el sí mismo cierra el
círculo perfecto de la ideología emprendedorista y es una de las razones por la
que quienes están viviendo peor que antes, todavía apoyan al actual gobierno.
Grán artículo y felicitaciones por el último librazo que escribiste , lo terminé de leer y me parece un material de recurrente lectura , que me amplía el horizonte del pensamie to , para poder pensar multiples conceptos.
ResponderEliminarMis saludos para vos y exitos siempre
Martín querido: recién acabo de ver varios de los comentarios que dejaste en mis notas. Sos generoso. Gracias por leerme y comentar. A tu disposición. Abrazo grande!!
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