Hace un tiempo ya que, desde esta
columna, venimos advirtiendo maniobras distractivas dirigidas a la opinión
pública y la agudización del proceso a través del cual la moralización de la
política se ha naturalizado en las discusiones que solemos ver y escuchar a
través de los medios tradicionales y las redes sociales. La apuesta parece ser
quién le descubre más empresas truchas al otro, más millones escondidos y más
negociados, en una suerte de carrera enloquecida por resolver judicialmente las
diferencias políticas. También comentamos hasta el hartazgo que este fenómeno
que, en breve, puede derivar en que cuarenta millones de argentinos estemos
imputados en algo, no es inocente ni salpica a todos por igual porque regresar
a la idea de que la política es corrupta beneficia a los que hacen política sin
calzarse el traje de “político” o “partidario”. En otras palabras, con la
política desacreditada la política no va a desaparecer sino que la van a seguir
haciendo unos señores que, a diferencia de los políticos, no se van a someter a
las decisiones de las urnas ni se van a exponer a rendir cuentas frente a la
opinión pública.
Pero si nos restringimos a la
coyuntura, las últimas semanas han tenido una tensión que pocos preveían.
Cuando usted lea esta nota probablemente ya haya declarado CFK en Comodoro Py
por la insólita causa de la venta del “dólar futuro”. Digo “probablemente”
porque en los momentos en que escribo estas líneas hay un pedido de recusación
contra el juez que la cita. Igualmente, más allá de esto, lo cierto es que en pocos
días tuvimos el escándalo de los Panamá
Papers, la espectacularizada y ansiosa detención de Lázaro Báez y la
imputación de CFK por una causa de sospecha de lavado de dinero a partir de la
declaración de un muchacho famoso que está preso y una vez dijo una cosa, luego
se desdijo, después desdijo lo que ya había negado y ahora nadie sabe del todo qué
dijo. Si bien ninguna persona en la Argentina podría afirmar que en el gobierno
anterior no hubo casos de corrupción, convengamos que los testigos utilizados
por los sectores antikirchneristas, en su mayoría sujetos con prontuarios y condenas
varias y graves, no brindan demasiada confianza. Pero hace tiempo que
abandonamos, al menos en el terreno de la discusión pública, la búsqueda de la
verdad y ni siquiera nos esmeramos en alcanzar atisbos de verosimilitud. Por
eso todo vale lo mismo y la veracidad se mide por rating, cantidad de Me Gusta
en Facebook o Trending Topics en Twitter.
Por suerte, quienes somos parte de esta revista, con nuestras diferencias,
tratamos de salir de esa lógica de modo tal que creo más conveniente adentrarnos
en la lectura política de esta andanada de denuncias cruzadas pues tampoco hay
que olvidar que desde sectores del kirchnerismo se ha denunciado y se ha
logrado la imputación de Macri por la aparición de cuentas off shore en Panamá (hasta el momento se encontraron doce empresas
del Grupo Macri aunque el actual presidente solo figuraría en algunas de ellas).
Ahora bien, que la oposición
denuncie es casi un clásico pero que el oficialismo avance tan salvajemente
sobre funcionarios del anterior gobierno y sobre la propia ex presidenta con
enorme celeridad, más que independencia y fortaleza, puede mostrar complicidad
y debilidad pero, sobre todo, supone un error estratégico. De hecho, debe ser
verdad ese rumor que transita hace ya varias semanas y que afirma que hay
sectores del macrismo que intentan frenar la citación de CFK. ¿Lo hacen porque
negocian impunidad? ¿Lo hacen porque son buena gente? ¿Acaso porque se dieron
cuenta que aquello de lo que se la acusa es un delirio? Nada de eso. Lo hacen
por razones políticas y creo que ven bien los peligros que esto puede ocasionar
para su gobierno. ¿Por qué la citación y el eventual procesamiento de la ex
presidenta podrían afectar al actual gobierno? Porque es jugar en un terreno
desconocido donde nadie sabe ciertamente cuál será el comportamiento de los
actores. No estamos frente a un nuevo 17 de octubre porque la historia nunca es
la misma aun cuando parezca retornar; pero tampoco nadie podría afirmar lo
contrario. Asimismo: ¿está descartado que haya hechos de violencia si un juez
con prontuario decide, al menos circunstancialmente y para deleite de los
medios opositores, en un futuro mediato, montar la escena para obtener la foto
de una CFK esposada? Lamentablemente no, pues el nivel de conflictividad social
está creciendo, la expresidenta es representativa de amplios sectores de la
población que ven en esta medida del poder judicial una profunda arbitrariedad
y porque desconocemos cómo van a comportarse las fuerzas de seguridad. ¿Usted
se imagina qué podría ocurrir si se desata una represión con cientos de miles
de personas en la calle? Este tipo de preguntas, algunas retóricas, no deben
tomarse como una amenaza aunque quizás sí como una advertencia frente a un
gobierno o a sectores del mismo que, o bien por ignorancia o bien por
revanchismo, no parecen abonar al diálogo y al reencuentro de los argentinos mientras
actúan, como si esto fuera poco, en un contexto de licuación del poder
adquisitivo y ataque sistemático a ciertos símbolos y personas representativas
del gobierno anterior.
Así, insólitamente, la actual
administración, a cuatro meses de haber asumido con un buen porcentaje de votos
y una economía con dificultades pero creciendo al 2,1%, parece haberse
dirigido, por su propia inoperancia pero también arrastrado por sus odios
personales, hacia una situación límite en lo económico, lo social y lo
político. Insisto en la inoperancia y el revanchismo porque no acuerdo con
aquellos que afirman que el gobierno, maquiavélicamente, está generando su
propia crisis para salir de ella a través de un shock.
Pero lo cierto es que no parece
haber plan “B” tras el acuerdo con los buitres y se le reza a la “Virgen (liberal)
de la Confianza” para que no sobrevengan juicios y que lleguen, por fin, los
siempre prometidos inversores. ¿Y si las grandes inversiones no vienen y la
lluvia de dólares se transforma en un goteo que viene hacer su renta financiera
para luego fugar? Por otra parte, tampoco parece haber plan “B” ni plan alguno
en lo que respecta a lo social y a lo político. Todo queda reducido a
destrozar, por la vía judicial, al adversario político, al tiempo que al
malestar social se le pide paciencia porque “estamos cerquita de bajar la
inflación” que siempre sube y a la que se pretende atacar a fuerza de recesión.
Más allá de algunas encuestas que darían una baja en la imagen del presidente,
encuestas que van y vienen, lo importante es que el gobierno mismo parece
haberse ido encerrando y eliminando alternativas frente a una oposición que no
le ha puesto palos en la rueda sea por benevolente, transera, necesitada o en
proceso de recomposición. No hay gobierno en la historia de la Argentina que haya
tenido un campo libre de dificultades porque en casi todos los casos se ha
tratado de gobiernos que asumían por la crisis del anterior. Pero para una
administración que encontró un país con dificultades aunque mínimamente
ordenado, el escenario es de una enorme complejidad y es un escenario en el
cual el gobierno se ha metido solito gracias a desmantelar algunas de las
conquistas que había prometido no desmantelar y al tipo de soluciones que
eligió dar a problemas objetivos que había heredado. Es como si alguien
comenzara un juego con un mazo completo de cartas y embroncado rompa alguna de
ellas y, con torpeza, pierda otras tantas hasta que le quede una sola. Será
difícil jugar así y, sobre todo, hacerlo supondría jugar a todo o nada. Si
tomamos en cuenta que a este gobierno le faltan cuarenta y cuatro meses de
administración, el riesgo parece demasiado grande como para estar
despreocupados.
visto desde un lugar de mi cocina que colabora muy humildemente con elaboración de ideas,me inclino cada vez más por el sueño cumplido del nene caprichoso, quiso y pudo llegar (pero una vez adentro ,no sabe que se hace ni como ) está desorientado ya que el país empresa que siempre imaginó no es el que el pueblo quiere , y dudo que sea tan astuto de quedarse al menos con un as (lo cual no impide que le sigan dando máquina aquellos que operaron el milagro,y esos si me preocupan mucho,ya que llegado el caso descartan el títere y van por otro ,pero el daño que provocan no es para nada ligero.
ResponderEliminarAbrazo Dante,se los extraña mucho,
y se los necesita más .