martes, 26 de diciembre de 2023

Bienvenidos a la desorganización de la vida (editorial de No estoy solo publicado el 23/12/23 en www.canalextra.com.ar)

 

Hay una cosa que parece saber el gobierno de Milei: su principal adversario es el tiempo. Ni siquiera tendrá los famosos 100 días de enamoramiento que posee toda nueva administración. El shock supone velocidad, no darle tiempo a la sociedad.

Salvando las distancias, lo ocurrido en estas eternas dos semanas de nuevo gobierno retrotrae a los primeros tiempos del macrismo, esto es, al modo en que una administración nueva puede destruir rápidamente lo que llevó años. En aquel momento se pensaba que la batalla cultural estaba ganada y que el macrismo no podría avanzar más allá. El castillo se derribó en semanas. Por supuesto que, comparado con esto, aquellos primeros meses macristas saben casi a socialismo, pero está en cualquier manual: las malas noticias deben darse lo más rápido posible porque el tiempo es sinónimo de desgaste. Alberto Fernández tardó 4 años y todavía no se sabe si lo entendió.

Para no analizar una por una las medidas del DNU que refleja el plan de liberalización más pretencioso del que se tenga memoria, lo que podría decirse es que arribamos a la tercera etapa de la desorganización de la vida que CFK le adjudicaba al modelo macrista. Efectivamente, si aquella iniciativa neoliberal que nos proponía emprendedorismo y disfrute de la incertidumbre fue el primer paso de la descomposición de lo que quedaba del Estado de Bienestar, la inflación de dos dígitos mensual que dejó el gobierno de Alberto Fernández fue el escalón necesario para el asalto final. Pandemia mediante, los que no tenían mejor idea que responder “más Estado” cuando el Estado no funciona, y poseían como única prenda de unidad el hecho de “que no gobierne la derecha”, empeoraron buena parte del legado macrista y le emputecieron la vida a la gente con parches, reglamentaciones delirantes y prohibiciones cruzadas en diversos ámbitos. Abonaron así la caricatura del Estado poniendo un pie en la cabeza de la gente y lo hicieron con tanta inclusión que casi nos incluyeron a todos allí debajo.    

Llegados a esta instancia, entonces, cabe decir que un modelo económico agotado, con los máximos referentes anclados en la Argentina del 2015, y una militancia desnortada que se abraza a la agenda identitaria de la progresía universitaria, dejó la mesa servida para la versión más radical que ni en sueños podía imaginarse alguien apenas un año atrás.

Dicho esto, caben algunas preguntas. La primera es: ¿pensábamos que sería diferente? Quizás en este punto los más sorprendidos sean sus propios votantes, pues, recordemos, no fueron pocos los que votaron a Milei suponiendo que, finalmente, no podría llevar adelante sus reformas más radicales. Es lo que aquí llamábamos una suerte de “elogio de la impotencia”; un candidato cuya mayor virtud era su presunta falta de fortaleza para hacer daño.

Otra pregunta que ya la hicimos acá y que seguimos considerando central: el contrato electoral. ¿Cree el gobierno que el mandato de sus votantes es una desregulación como la propuesta en el DNU? Insisto en que el interrogante es clave porque de allí se sigue un curso de acción u otro. A juzgar por la radicalidad de las iniciativas, Milei considera que el votante medio lo apoyará, pero me permito ser escéptico al respecto. Por otra parte, claro está, zonzos no son y, si las fuerzas del cielo no acompañan, mejor tener a la policía, aunque más no sea en un show orwelliano de amedrentamientos y afrentas simbólicas donde más que el derecho a circular, lo que parecía jugarse era una competencia adolescente de medición de miembros viriles. Y todo un 20 de diciembre: primero como tragedia, luego como farsa.   

Dicho esto, la pregunta más general que corresponde tras estos primeros días de gobierno es: ¿son provocadores, dogmáticos, inexpertos o gente nacida y criada en un laboratorio? Las posibilidades no son excluyentes pero un anuncio de ese calibre en una fecha tan significativa, sin dudas, debería incluirse en, al menos, la categoría de “provocación”. Asimismo, y aquí podemos mencionar la última pregunta: ¿creen que un DNU semejante puede ser aceptado sin más y que miles de personas saldrán a la calle a defenderlo contra el eventual freno que pudiera imponer la “casta” legislativa y judicial?

Ojalá la respuesta sea negativa porque si no hablaría de un gobierno que está fuera de la realidad. En este sentido, el mejor escenario posible sería el de un presidente que, sabiéndose débil, sobreactúa y va siempre por la propuesta de máxima para luego sentarse y negociar lo que pueda. Ojalá, sinceramente, sea este el caso, porque estaríamos dentro de ciertos parámetros de la racionalidad y la negociación política. Para muestra bastaría la batería de medidas de Caputo, con una devaluación excesiva aun a los ojos del mercado. Pasarse para luego regresar y tener margen. Un clásico.  

Si se tratara, entonces, de una estrategia de negociación, existiría la posibilidad de discutir cada una de las medidas porque, debemos ser justos también, hay algunas desregulaciones que podrían ir en el sentido correcto o que, en todo caso, intentan resolver problemas objetivos.

Dicho de otro modo:  la andanada libertaria no es la respuesta a una Argentina colectivista como Milei, en su delirio dogmático, repite. Sin embargo, es verdad que el país está atravesado por un exceso de regulaciones y que allí el aporte del liberalismo económico puede ofrecer respuestas: se puede intentar mejorar una ley de alquileres que ha destrozado el mercado; abrir las importaciones para competirle a sectores que, sabiéndose protegidos, se aprovechan de los precios; encontrar un justo punto medio entre el derecho a huelga y que los chicos no pierdan tantos días de clases; promover el ingreso de nuevos actores en las telecomunicaciones y hasta incluso también podría darse una discusión sobre la política de cielos abiertos. Tampoco parece improcedente avanzar hacia una política de ayuda social que elimine los intermediarios o crear condiciones, dentro de la ley, para que la ciudad no esté atravesada sistemáticamente por cortes que impiden la circulación. Incluso la desregulación en lo que respecta a la elección de la obra social o las prepagas puede afectar a los sindicatos, pero le permite al trabajador elegir la que considere la mejor prestadora de servicios. En este mismo sentido, dejando de lado la vergonzosa propuesta de flexibilización laboral, es real que de alguna manera hay que aggiornar las condiciones de contratación porque, en las actuales condiciones, 5 juicios laborales de abogados caranchos pueden arruinar una PyMe.

A su vez, como decimos esto, es necesario advertir que la forma de avanzar en el plan de medidas remite al casi ya mítico “Exprópiese” chavista. Si aquel se transformó en sinónimo de discrecionalidad personalista, no entendemos cómo un DNU de esta magnitud podría interpretarse en otro sentido. Sustituir el “exprópiese” por el “deróguese” o, peor aún, por el “privatícese”, no supone una diferencia en las formas. En este sentido, algunos liberales argentinos son los más locos del mundo: solo son republicanos cuando son opositores.            

Lo que viene ahora es la discusión técnica acerca de la constitucionalidad y el juego político al interior de un congreso cuando no hace falta ser una eminencia para reconocer que lo único de necesidad y urgencia que ofrecía el decreto era, salvo algunas excepciones muy puntales, la teatralidad de la medida.

Por cierto, mientras se sigue buscando al menos un constitucionalista que considere constitucional este DNU, desearíamos saber quién ha sostenido económicamente a Federico Sturzenegger y a su equipo para realizar un trabajo que no se puede hacer de un día para el otro. ¿Trabajaba para Milei, para Patricia Bullrich o para los empresarios que con nombre y apellido se benefician de las medidas? Con semejante apoyo económico detrás es más fácil hacerse el picante en TV, especialmente porque no habrá periodista que le recuerde el modo en que salió eyectado del gobierno cuando la inflación voló bastante más allá del 10% que él proyectaba para el 2018. Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich, entre otros, son nombres que se repiten en gobiernos que, con justicia, no son recordados con simpatía. Con ellos la historia se repite también, pero siempre como tragedia.

Dicho esto, agreguemos una posibilidad más ya que además de una acción radical en pos de una futura negociación, el DNU puede ser tomado como una declaración de principios, el plan que la casta no va a dejar pasar y al cual vamos a recurrir como argumento cada vez que en el futuro se deba justificar un fracaso: “nosotros teníamos un plan, pero no nos dejaron avanzar con él”. Es el clásico de los liberales argentinos: nunca fracasaron. Hubo políticas liberales en muchos gobiernos pero para los liberales vernáculos nunca fueron lo suficientemente liberales.   

El gobierno ha decidido patear el tablero y alborotar el gallinero. Como se indicó anteriormente, algunas decisiones del decreto tienen nombre y apellido bastante más allá de Elon Musk, pero al mismo tiempo afectan intereses cruzados cuya reacción desconocemos. Si lo han hecho por torpeza y amateurismo o con la pretensión de un mecanismo de relojería, no lo sabemos, pero, si así fuese, hablaría de una audacia envidiable. En todo caso, el termómetro volverá a ser la clase media, rebautizada “la casta media”, aquella que más sufrirá el ajuste. Es que como sucedió con Macri, salvo los sectores trotskistas, enemigos perfectos y funcionales del nuevo gobierno, hay buenas razones para imaginar que los movimientos sociales negociarán con Milei. Pero a la clase media solo pueden ofrecerle gestos simbólicos mientras le recortan abruptamente el poder adquisitivo y toda esa estructura del Estado de Bienestar que es un apoyo económico clave y un bien cultural que forma parte de la identidad de ese sector de la población. En otras palabras, a los piqueteros troskos los van a fajar como señal a la clase media pero no porque consideren que ellos son los que pueden desestabilizar al gobierno.      

La última etapa de la desorganización de la vida ha comenzado después del desastre de quienes decían intentar organizarla. Sean ustedes bienvenidos. 

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