domingo, 8 de octubre de 2023

Fragmentos de la política (editorial de No estoy solo publicado el 7/10/23 en www.canalextra.com)

 

Podría decirse que, en el primer debate, en este particular formato encorsetado ideado para que ninguno pase papelones demasiado importantes, los candidatos fueron lo que son. En algunos casos, “por sus repeticiones los conoceréis”: Schiaretti y su obsesión por ofrecernos ese mundo ideal y utópico donde la gente es feliz y que algunos denominan “Córdoba”; Bregman, quien a su mantra con gestualidad asamblearia contra el FMI, ahora le suma el duplicado “los pibes y las pibas” para aggionarse a las nuevas agendas de izquierda, demuestra que siempre es más fácil ser coherente cuando se está cómodo con el 3% de los votos; Milei, en su versión león clonazepaneado, hizo menos referencias a la casta que lo que podríamos imaginar con el escándalo Insaurralde tan a la mano, pero metió su cuña al reabrir el debate sobre los 70 con la terminología utilizada por los genocidas. Así, esta vez, se diferenció menos por su actitud que por su contenido, lo cual, claro está, hizo que extrañáramos los tiempos en que lo importante era su actitud. En cuanto a Massa, demostró ser el más profesional, el más preparado y el más amplio en cuanto a su intento de abarcar todas las esferas que supone una presidencia. Asimismo, salió airoso cuando tenía todo para ser atacado por ser hoy el responsable, en parte, de una gestión económica mala, y hasta puede que nadie se haya percatado que hoy está en el gobierno; incluso le hicieron el favor de transformarlo en un candidato sin pasado y, por tanto, sin contradicciones; si no hubo una palabra que se repitiera constantemente, más allá de que, creo, es el único que nombró la palabra “soberanía” es, quizás, justamente, porque su única posibilidad de supervivencia electoral es ampliarse lo más posible, aun con el riesgo de transformarse en una gelatina.

El caso de Bullrich, bien vale un párrafo aparte; más allá de los problemas de dicción, probablemente fruto de los nervios de la situación, la candidata de JxC dejó expuesta todas sus limitaciones y la sensación de que se trata de alguien que no sabe de lo que habla quedó flotando en el aire. Por cierto, otra perlita se dio con las preguntas. Si se hace foco allí, se observa que Bullrich no hizo preguntas sino afirmaciones como se lo recalcó Schiaretti. Es que ella no tiene dudas sobre nada. Por eso no puede preguntar. Si fuera peronista le dirían que es por ignorante y/o por autoritaria; pero, afortunadamente, no es peronista. Asimismo, quedó a la vista el problema que le planteó la llegada de Milei a la política: no sabe dónde pararse porque el lugar de la derecha que quiere explotarlo todo y que es antisistema, ya es ocupado por el outsider original. En materia económica, por ejemplo, le dice al que de manera delirante promete recortar 15 puntos del producto, que va a gobernar con déficit cero, algo en lo que coinciden, por cierto, tanto Massa como Schiaretti; y cuando le piden que ahonde un poco más en algo, todo se reduce a gestos de la voluntad: “Conmigo se acaba; conmigo esto no sucede más”. La lista de su voluntarismo y su pasión por exterminar cosas puede incluir al kirchnerismo, a la inflación o a los derechos de las personas privadas de su libertad. Incluso puede incluir a la república cuando promete gobernar por decreto, algo que, a su vez, ya había prometido Milei, si bien este último ofrecía al mismo tiempo una salida mucho más democrática y/o popular/populista como incentivar la ocupación del espacio público o promover consultas populares.    

Asimismo, Bullrich le habla a la Argentina del 2015. Hace campaña contra un kirchnerismo que no existe más y que, de hecho, no estuvo presente ni siquiera en el candidato que representa hoy al espacio donde está el kirchnerismo. Nadie es capaz de decirle que su enemigo devino abstracto, de modo que buena parte del electorado observa una señora sola peleando contra sus fantasmas, similar a aquella mítica escena final de Aguirre, de Werner Herzog, en la que Klaus Kinski acaba luchando solo en una barca contra unos monitos.

Es más, para no caerle solo a Bullrich, podría decirse que JxC en su totalidad no ha podido todavía encontrar las categorías para hacer pie entre el kirchnerismo y Milei. Lo habíamos mencionado aquí algunas semanas atrás, pero leyendo las intervenciones de las plumas alineadas al espacio en los principales diarios o incluso prestando atención a sus think tank, no hay mucho más que intentos burdos de igualar a Milei con CFK y hablar de populismo o de la falta de modales republicanos, especialmente cuando el candidato de la Libertad Avanza no tiene mejor idea que prometer acabar con la pauta oficial (el único gasto público que al periodismo neoliberal no le incomoda). Peor aun cuando se busca “bajar” a Milei en clave “moral” ante supuestos arreglos en el armado de las listas con el peronismo, los cuales seguramente existieron en algunos distritos en particular, pero cuyo único objetivo era quitar votos a JxC y no establecer acuerdos programáticos. De hecho, hoy en día hasta podría darse el caso de que el peronismo le cuide los votos a Bullrich ya que, si ella saca menos del 20%, Milei podría ganar en primera vuelta.   

Para ir finalizando, digamos que, si nada extraño sucede, Bullrich tiene todos los números para quedar tercera y cuando eso suceda será cuestión de minutos que JxC se parta formal o informalmente (si es que esto no ha sucedido ya). Los coqueteos de Macri con Milei son solo el preanuncio. “Coming soon, lo que viene, lo que viene”, diría el poeta Marcelo Araujo. En todo caso, ya habrá tiempo para analizar cómo un espacio que tenía todo para ganarle a un gobierno débil, acabó engullido en sus internas, algo que debe tener bien en claro Rodríguez Larreta, quien sabe que, si él hubiera sido el único candidato, los resultados hubieran sido otros. En este sentido, si esa inacción tan tibia como ególatra de Alberto Fernández, acabó desdibujando y haciendo naufragar tambien al kirchnerismo, la voracidad de los halcones de JxC hizo lo propio con la variante desarrollista-radical del espacio. Es como si alguien le hubiera dado un empujón tan fuerte al péndulo que se dirigía mansamente a reemplazar al kirchnerismo pasteurizado por un macrismo sin gluten, que acabó destrozando el péndulo y arrastrando todo consigo, incluso a quienes lo habían empujado. Esto demuestra que no es solo el oficialismo el que ha leído mal el tiempo histórico y abre un interrogante respecto a cómo sería una Argentina de partidos fragmentados en la que, eventualmente, podría darse el caso de un presidente de un color, la mitad de las provincias de un segundo color, y la otra mitad de un tercer color, con, a su vez, las cámaras con, al menos, una decena de fragmentos desperdigados dispuestos a vender caro su apoyo.

Asimismo, si esto sucediera, es de esperar que el peronismo enfrente su propia crisis en una era posK o, al menos, una era en la que el kirchnerismo y la propia CFK ya no posean la centralidad.    

Naturalmente, al día de hoy, se trata de elucubraciones, pero la posibilidad de un Milei presidente promete alterar drásticamente el mapa político al que nos habituamos en los últimos 20 años. Si ese cambio también se traslada al destino de la Argentina como país, dependerá en buena parte del modo en que todos esos fragmentos de la política sean capaces de realinearse a partir del 11 de diciembre.                    

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