Los estudiosos
afirman que el vínculo entre los Baldanders y el mito de Proteo es demasiado
evidente pues, como indicaba Homero en Odisea,
este hijo de Poseidón transformaba su naturaleza constantemente con el fin de
no ser atrapado: podía ser león, agua, jabalí, árbol o lo que la situación
requiriera. Algo similar sucedía con los Baldanders, voz alemana que puede
traducirse, según Borges, por “Ya diferente” o “Ya otro” y que es entendido por
el autor de El Aleph como “un
monstruo sucesivo”. Según Gilles Deleuze “[la idea de monstruo sucesivo] significa que lo que lo transforma en digna
criatura de un bestiario no es el producto de sus transformaciones, pues ni un
león ni un árbol tienen por qué ocupar un lugar en una clasificación
teratológica. Lo que lo hace monstruoso es la acción de mutar
independientemente de aquello hacia lo que mute, su nomadismo, ese no ser
constante, su devenir […] ese ser otro esencial que lo convierte en pura
acción, pura intensidad y línea de fuga, […] ese “ya diferente” que ahora no es
y se desterritorializa”.
Como Proteo,
los Baldanders son pastores de focas y una vieja leyenda afirma que éstas
aprendieron a aplaudir cuando, sin notar que su guía se había transformado para
seducir y liderar otras manadas, creyeron que su pastor se había perdido en la
playa. En el siglo XVII los Baldanders reaparecieron en una novela picaresca de
Grimmelshausen y en la actualidad “Baldanders” es el nombre del máximo villano
de un video juego llamado Final Fantasy. Se dice que todos llevamos un
Baldanders dormido dentro y que éste se despierta cuando se desea mucho un
cargo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario