Se ha dicho
que hay quitarle tono épico a la llegada de la Fragata Libertad porque
finalmente no ha regresado de ninguna guerra. Eso es, en parte, verdad. Sin
embargo, curiosamente, el buque militar argentino ha sido el botín
circunstancial de nuevas formas de la guerra. En otras palabras, del mismo modo
que el mapa geopolítico del mundo, tras la caída del Muro de Berlín, obliga a
repensar las soberanías estatales que se debilitan frente a la prepotencia
ubicua del mercado, también parece necesario reflexionar acerca de si estas
transformaciones no hacen que la visión tradicional de la guerra deba también
revisarse. Porque está muy claro que hay excepciones y que especialmente
Estados Unidos (y en parte Inglaterra con Malvinas, por ejemplo) mantiene la
lógica imperial de la ocupación militar de los territorios, pero sería absurdo
pensar que el siglo XXI puede describirse con categorías decimonónicas.
Pues hoy las
guerras son mucho más sutiles, aunque no menos implacables, y ya no hace falta
trasladar un ejército a territorio enemigo para imponer condiciones. Ahora es
más fácil y aséptico. Alcanza con una economía globalizada que busca aislar económicamente
al país que ose desafiar, al menos en parte, la lógica de un capital financiero
que no se sonroja al utilizar vericuetos legales y jueces cómplices de las
distintas latitudes. Esto es, justamente, lo que intentan hacerle padecer a Argentina
porque es un mal ejemplo dado que entró en default producto de las políticas
neoliberales inherentes al mismo modelo que impone las condiciones actuales pero
sale a flote con una receta que ha decidido que la solución no es una dieta que
imponga sacrificios a los sectores vulnerables. Por otra parte, la
renegociación de la deuda argentina con la quita más importante de la historia
del mundo, realizada por el gobierno de Kirchner, ha visibilizado el modo en
que opera lo más rancio de la perversión capitalista: los Fondos Buitre. Tan
escandalosa es la actuación de estos especuladores que incluso Estados
gobernados por visiones tecnócratas entienden que el triunfo de los Fondos
Buitre implicaría un quiebre en el orden económico mundial, no sólo porque generaría un hito
para futuras renegociaciones de deudas sino porque llevaría a crisis sociales
como las que padece la Europa del “Nuevo Consenso de Frankfurt”.
Estamos en un
mundo que cambia vertiginosamente y en un momento en el que hay que redefinir
lo que se entiende por Estado y por soberanía. En este contexto, ¿alguien puede
creer que las guerras de la actualidad vayan a ser similares a las de antaño?
No hay comentarios:
Publicar un comentario