“Preferiría no hacerlo” (Bartleby, el escribiente)
La ciudad de
Buenos Aires padeció el paro de subtes más largo de la historia. La
consecuencia de ello fue un colapso total en el sistema de transportes, demoras
insólitas y, por sobre todo, un justificadísimo mal humor entre todo aquel que
desee movilizarse por la ciudad. Las razones para comprender la magnitud de la
medida son complejas porque en ellas intervienen varios intereses cruzados: por
un lado está la disputa entre el gobierno nacional y el gobierno de la ciudad
acerca del traspaso del subte; por el otro, la interna sindical entre el gremio
de la UTA y los Metrodelegados. Como si esto fuera poco en el medio está la
empresa Metrovías y las combinaciones posibles entre todos los actores
mencionados por el cual existen acusaciones cruzadas de “pactos” entre algunos
para perjudicar a los otros. De lo dicho hasta aquí se sigue que el asunto
tiene múltiples aristas y que la solución al mismo atraviesa varios niveles: el
más inmediato parece el económico pues al fin de cuentas se trata de un acuerdo
salarial entre los trabajadores y la empresa pero, claro está, éste está atado
al asunto de fondo acerca de si es el gobierno nacional o el gobierno de la
ciudad el responsable del servicio. Esta última cuestión se resolverá por la
vía de algún tipo de acuerdo político o llegará a instancias judiciales.
Como el lector
atento habrá notado he tratado de no tomar partido por ninguno de los actores
en cuestión y presentar la problemática del modo más aséptico posible,
justamente porque no me interesa desde estas líneas mostrar quién tiene razón
sino más bien indagar en la actitud del Jefe de Gobierno porteño Mauricio
Macri, actitud que, en este conflicto, ha sido llevada al paroxismo pero que
guarda una continuidad desde los inicios de su mandato. Se trata de la denuncia
que el alcalde realiza acerca de las limitaciones que supone su condición. En
otras palabras, ante las dificultades propias de cualquier gestión, el
ingeniero y sus hombres optan por descargar las culpas en factores externos,
entendiéndose por tal, la crisis del mundo y los “palos en la rueda” que el
gobierno nacional le estaría imponiendo. En este sentido, se trata de mostrar a
la administración de la ciudad como una víctima de la prepotencia y el odio que
emanaría del gobierno central. Pero más allá de esta actitud estratégica hay además
una característica propia de la figura del alcalde por la cual éste demuestra
ser, por decirlo de algún modo, poco afecto a ese incansable esfuerzo sin
descanso que implica la práctica política. Con esto me refiero a que
independientemente de la ideología, aquel que se apasiona por la política y
vive “para” ella y no “de” ella, está continuamente trabajando en su tarea
militante. El que hace política entrega su vida a ella lo cual quizás no sea ni
bueno ni malo, sino la elección de una forma de vivir tan respetable como
cualquier otra. No se da esto en Macri a quien parece pesarle e incomodarle
esta exigencia. Se lo nota en sus intervenciones mediáticas, en sus acciones, y
sobre todo en sus repentinas ausencias que toman la forma de licencias compulsivas
(según un informe de www.lapoliticaonline.com,
en sus primeros 1500 días de gobierno, Macri se tomó 220 días de licencia y en
un trabajo realizado por Ezequiel Spillman para diario Perfil del día 8 de julio de 2012, tan solo en los primeros seis
meses del año, Macri acumuló más de 80.000 km en viajes, esto es, el
equivalente a dos vueltas enteras al mundo). Lo mismo sucedió en su fugaz paso
por el congreso donde prácticamente no se lo oyó hablar y como indican Nora
Veiras y Werner Pertot en Página 12, faltó
a 277 de las 321 votaciones que se hicieron durante 2006.
Dicho esto, mi
hipótesis audaz y siguiendo la línea psicologizante tan de moda en los
editorialistas políticos, es que Macri no tiene vocación de poder, no desea
estar donde está, o, en todo caso, no desea que estar allí le demande un
esfuerzo que no está dispuesto a realizar. En otras palabras, está claro que
Macri utilizó la vidriera de su gestión en Boca Juniors para “pegar el salto” a
la política nacional pero pareciera estar sufriendo más de la cuenta los
embates naturales de la responsabilidad. Pues hacer política es algo muy
reconfortante cuando se pueden palpar las transformaciones y se concretan
proyectos pero también tiene un costado ingrato: los odios, la competencia
feroz, la traición y una siempre importante cantidad de la población que adjudica
todos sus males a los responsables de ejecutar políticas. Le pasa a él y le
pasa a todo hombre y mujer con responsabilidades importantes y hasta la
biología muchas veces muestra que los cuerpos no están preparados para semejante
presión. Ahora bien, más allá de la audacia de la hipótesis, ésta se puede
vincular con algunos rumores de pasillo que hicieron que el actual Jefe de
Gobierno tuviera que salir a declarar durante la última semana que sigue
manteniendo sus aspiraciones presidenciales. Haciendo, una vez más, algo de
psicología barata, cabe interpretar que el exceso de reconfirmaciones no hace
más que acrecentar, al menos, la verosimilitud del rumor.
Sin embargo,
por supuesto, puedo estar equivocado, o incluso estando en lo acertado, se
pueda asistir a un escenario en el que presionado por todos los hombres y
mujeres que lo acompañan, la voluntad del empresario acabe siendo arrollada por
las circunstancias y decida ir por la disputa del “poder máximo” en 2015. Para
eso deberá convencerse del esfuerzo humano que eso supondrá y transformar al
menos en parte dos teoremas que se siguen de su background ideológico, esto es, el que establece una sinonimia
entre “disputa política” y “olvido de los intereses reales de la gente” y el
que supone que alcanzar la presidencia de la nación es el paso hacia un “puesto
menor” que acaba subsumiéndose a los poderes fácticos cuyo sostenimiento no
depende del aval ni la legitimidad que otorgan las urnas. Quizás algo de esto
opere también en esa apatía que exuda Macri en cada una de sus apariciones públicas
que bajo la lógica del razonamiento economicista y en términos
técnico/académicos podría sintetizarse en una reflexión como la siguiente: “Estando
tan cómodo como estaba yo siendo un millonario empresario, ¿quién carajo me
mandó a meterme en este quilombo?”
En esta línea
puede que desde el gobierno nacional se entienda que ya no hay que referirse a
Macri como a un candidato de carne y hueso con aspiraciones sino simplemente como
a un símbolo anacrónico y a la vez retardado de la antipolítica de los 90, un
sobreviviente. Por ello, quizás, cuando se hable de Macri sólo haya que pensar
que se trata de una especie de significante que engloba una perspectiva
económica y, sobre todo, cultural que fue exitosa hacia fines del siglo pasado
pero que hoy es resistida por importantes mayorías. Así puede que al padre de
Antonia y esposo de Juliana se le esté adjudicando una vocación que no tiene y
más bien haya que estar atento a aquellos poderes que lo invocan y que, ante
las actitudes de su elegido, busquen un reemplazo en figuras que, sin el lastre
que supone cargar con el emblemático apellido Macri, puedan cumplir eficazmente
el mandato que otorgan aquellos que deciden pero nunca son votados.
La presencia de bacán de Macri ya no pone calor en el nido de nadie. Ni siquiera es para tomarlo en cuenta si estamos hablando con seriedad de política, del futuro de la C.A.B.A. ó en afiebradas imaginaciones, como futuro presidente.
ResponderEliminarPero lo que sí me molesta, refiriéndome tanto a los subterráneos como a los ferrocarriles suburbanos, es la actitud del Gobierno Nacional a través de los ministerios ú organismos correspondientes.Especialmente por las enormes sumas destinadas a los concesionarios en forma de subsidios durante los últimos años.Sin dudas, hay un aspecto en el que se falló, ya sea por omisión ó por complicidad ó desidia: EL CONTROL.
Para colmo, una vez defenestrada TBA, fue Metrovías la agraciada junto con Ferrobaires para el manejo del Sarmiento y del Mitre. Si no estoy mirando para otro lado, Metrovías es la misma empresa que regentea el maltrecho Subte haciendo negocios colaterales que no han sido fiscalizados ú objetados convenientemente desde hace 18 años.Durante la mitad de ese lapso, nos encontramos dentro del modelo nacional y popular.
Ahora, de que M.M. es anodino, insípido e inodoro aunque de color amarillo dextrógiro (que gira à droite), no quedan dudas.
Faltan 111 días para el 7 de diciembre.
Saludos
Tilo, 71 años
Coincido con Tilo. Y agrego: si nos concentráramos en determinar lo que está mal y en el modo de remediarlo, pronto estaríamos mucho mejor. Si hacemos lo mismo que criticamos, vamos mal. ¿Se entiende?
ResponderEliminarABRAZO DESDE VILLA CRESPO
"El Hombre que no tenía Vocación" Buen título tipo Narciso Ibañez Menta. Macri no es político ni lo quiere ser. Es empresario y actúa así. La CABA hoy es un proveedor importante de rentabilidad para la empresa "Mauricio Macri". Cualquier otra cosa que lo aleje del hecho de su propia prosperidad la desestima. Es decir, si un plan de viviendas para las villas o el arreglo del gas en el Borda aumentara su rentabilidad personal, lo haría. MAcri está en política tan solo porque pudo "comprarse" e inaugurar un partido político. Jamás militó , ni lo hará.
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