Al momento de
analizar circunstancias políticas existe una natural inclinación a la
comparación y a la analogía. Quizás por ello serán muchos los que intenten
encontrar elementos en común entre lo sucedido a lo largo de aquellos meses de
2008 en los que el gobierno se enfrentó abiertamente con las patronales del
campo, y lo que se avizora hoy como un conflicto que tendrá varios capítulos
más pero que esta vez enfrenta al mismo gobierno con un referente importante
del sindicalismo.
Por un lado
bien cabe decir que el poder de daño que posee Moyano es importante y que
quizás sea, incluso, bastante mayor que aquel que tenían las patronales que
lanzaron sucesivos lock out. Esto
tiene que ver con que quien maneja los camiones, en el marco de una red
ferroviaria que no ha cesado de ser saqueada desde los años 60 y que ha tenido
su acta de defunción en los 90, tiene la capacidad de literalmente “parar el
país”. Este peligro será, por supuesto, azuzado por las principales usinas
mediáticas que, a falta de referente político opositor, buscan
irresponsablemente una situación de caos e ingobernabilidad.
Asimismo,
quizás aún más que lo que lo hacía la Mesa de Enlace utilizando como excusa la
situación de los pequeños y medianos productores, Moyano y sus camioneros
sobreactúan sobre la base de un reclamo que no es del todo irrazonable y que
puede ser claramente discutido. Me refiero a que existen casos en los que el
aumento de sueldo a un trabajador se reduce a partir de los impuestos, por
ejemplo, con la quita de las asignaciones familiares; incluso también está la
discusión más conceptual acerca de si un trabajador debe pagar impuesto a las
ganancias.
Sin embargo,
también puede decirse que Moyano tiene serias debilidades. En lo que refiere a
las exigencias económicas en sí dígase que si bien su reclamo puede ser
atendible deja expuesto que al fin y al cabo, los sueldos obtenidos por su gremio
son sueldos entre medios y altos (van de 6000 a 20000 pesos) en un país en el
que un tercio de la población todavía trabaja “en negro”. Asimismo su exigencia
de un aumento del 30% más una suma no remunerativa resulta completamente
extemporánea no sólo a la luz de lo que ocurre en el mundo sino
comparativamente con los acuerdos que han conseguido otros gremios en el país a
lo largo de este año (sumado, claro está, a las paritarias que les otorgó este
gobierno y a la sucesiva recuperación del poder adquisitivo que han logrado en
todos estos años no sólo respecto de la inflación del INDEC sino también de la
inflación de “los privados”).
Pero en lo que
refiere a la política su situación es todavía más endeble pues su soledad lo
obliga a rodearse de la peor runfla de sindicalistas destituyentes (léase
Barrionuevo y Venegas) y seguramente acabará presidiendo una CGT que a partir
de julio quedará aún más dividida. Además, a diferencia de lo que ocurrió a lo
largo del conflicto con las patronales del campo no hay posibilidad de una
ruptura al interior del kirchnerismo en la cámara baja y alta, esto, claro
está, gracias a la decisión de CFK de retacearle lugares en las listas. Por
último su relación con Scioli y con cualquier otra línea partidaria no creo que
sea ni que resulte simple porque Moyano podrá tener capacidad de movilización y
enorme potencia para hacer daño pero, en términos callejeros, es “piantavotos”
pues tiene una pésima imagen en una porción enorme de la sociedad. En este
sentido, a diferencia del 2008, no estamos frente a un reclamo y a un referente
capaz de aglutinar a los sectores medios y altos, o a figuras representativas
de la política opositora. Puedo equivocarme pero, por ahora, no tengo dudas de
que 2012 no es 2008.
Una sarta de ingenuidades, ingenuidades sintácticas y afirmaciones gratuitas.
ResponderEliminarAsí que "El autor del blog debe aprobar todos los comentarios"... Claro...
ResponderEliminar¿CUÁLES? ¿LAS DE MOYANO? SOSTENGA SUS AFIRMACIONES CON ARGUMENTOS, CEFERINO.
ResponderEliminarA.Q.