En el país donde Susana Giménez instala la agenda en materia de política de seguridad no puede sorprender que la torpeza estratégica y el pragmatismo mal entendido de Kirchner le sirva en bandeja a la opositora corporación de multimedios, la publicación, en primera plana, del resultado de las elecciones para cargos provinciales en el distrito que constituye el 0,8% del padrón nacional.
¿Qué es lo que hace que el presidente del PJ se alíe con Barrionuevo y Saadi para disputar la interna de una provincia con escaso peso a nivel nacional donde lo máximo que se podía obtener era una victoria pírrica? Tal vez sea un supuesto revanchismo hacia el candidato cobista o la lealtad peronista sin matices y como nuevo paso en la pejotización de Kirchner. Incluso puede ser un brote megalómano o un impasse en las reuniones del Café literario. Quizás sea un poco de cada cosa o tal vez haya una razón que a mí se me pasa por alto. Sin embargo cuesta entender qué cálculo realiza Kirchner para encaramarse en tamaña iniciativa con una compañía más que deleznable y que incluso antes del resultado final ya andaba esputando centrífugamente culpas por doquier.
Siendo esta una semana en la que el gobierno sumó un poroto importante tras el primer acuerdo con la Mesa de Enlace y trasladó el problema al adversario desnudando sus internas, parecen momentos en que este tipo de errores no deben cometerse especialmente cuando las tapas de los diarios andan deseosas de titulares estridentes, Boca pierde más de lo que gana y Fabbiani todavía no ha tenido un accidente automovilístico tras una noche de Gastronomía excesiva.
Pero hasta el resultado de los comicios catamarqueños, la noticia era “la polémica por la seguridad” y el tema de la pena de muerte que fue apoyada por una buena cantidad de personajes del espectáculo que gozan de la impunidad del micrófono fácil. En debates que nos hacen morir de pena se instala una polémica que no existe y, como suele pasar cíclicamente, se pretende legislar desde el dolor bajo la presuposición de que éste nos acerca a una verdad metafísica accesible sólo a los que han perdido un ser querido.
La suerte de ley de talión que subyace a “el que mata tiene que morir” no sólo parece retrotraernos al Medioevo y fomentar una espiral de venganzas sino que resulta inaplicable a otros delitos. Así, y ya que de polémicas hablamos, no parece muy razonable afirmar “el que fuma marihuana tiene que ser fumado”, etc., etc. Por otra parte, si bien en este caso ayuda a evitar que se instaure la pena capital, el esgrimir razones religiosas para oponerse a la pena de muerte tampoco parece un camino coherente pues existen casos donde los católicos no siempre defienden la vida. Sin ir más lejos, el aborto está permitido en determinadas circunstancias y, especialmente, no olvidemos que el Derecho y la Moral permiten el asesinato en defensa propia.
Asimismo, aquellos que niegan la pena de muerte basándose en el posible error irreversible, no parecen dar una razón abrumadora. Al fin de cuentas, una buena investigación puede eliminar el porcentaje de error y aun los errores que se cometen en los sistemas jurídicos que no admiten la pena de muerte son reversibles pero no menos dañinos. ¿O acaso no es un desastre que por error alguien esté preso 10 años?
Más allá de esto, si es que de números hablamos, la pena de muerte y el endurecimiento de las penas en general se han mostrado ineficaces a la hora de bajar el delito en todos los lugares donde se ha aplicado. Esto tiene que ver con que el argumento del endurecimiento de pena como efecto disuasivo descansa en un presupuesto falso, esto es, el cálculo racional de aquel que va a cometer el delito. Como si el ladrón saliese a robar con las últimas novedades del código penal bajo el brazo, se presupone que éste, antes de tomar la decisiones de actuar ilegalmente realiza un complejo cálculo de costo y beneficio por el cual se da cuenta que es mejor conseguirse una changa antes que seguir robando.
No obstante, esto no significa que haya que quedarse de brazos cruzados o que el asunto de la seguridad sea sólo un problema de derecha. La seguridad será un asunto de derecha si el pensamiento de izquierda sigue suponiendo que hoy día es legítimo pensar que la solución de toda desigualdad es la eliminación de la propiedad privada, y si lo que se da en llamar, “Escuela garantista” no se vuelve fundamentalista. En todo caso, cuando Argibay dice que la delincuencia en los menores no es un problema tan grave como el de gatillo fácil, parece estar más preocupada en alborotar que en dar un diagnóstico serio.
Independientemente de innegables porcentajes de reincidencia, de cárceles que resultan ser el espacio de reclutamiento para organizaciones cada vez más violentas y la complicidad y la connivencia policial, la pena de muerte supone la renuncia a la posibilidad de “reinsertar” y “reeducar” a aquel que actúa por fuera de la ley. En este sentido, la instauración de la pena capital supondría la aceptación total del fracaso educativo de la sociedad, el mismo fracaso que surge del intento repetido que desde vastos sectores apunta a deslegitimar a la política en tanto nicho de corrupción. Dado que los seis años del Gobierno K devolvieron un espacio de legitimidad a la acción política, sería deseable que se le diera una respuesta tajante a los intentos de instalación de “manos duras” y que aun a riesgo de perder los votos clientelísticos de algunas regiones, el Gobierno se corriera del abrazo de personajes nefastos de la política.
¿Qué es lo que hace que el presidente del PJ se alíe con Barrionuevo y Saadi para disputar la interna de una provincia con escaso peso a nivel nacional donde lo máximo que se podía obtener era una victoria pírrica? Tal vez sea un supuesto revanchismo hacia el candidato cobista o la lealtad peronista sin matices y como nuevo paso en la pejotización de Kirchner. Incluso puede ser un brote megalómano o un impasse en las reuniones del Café literario. Quizás sea un poco de cada cosa o tal vez haya una razón que a mí se me pasa por alto. Sin embargo cuesta entender qué cálculo realiza Kirchner para encaramarse en tamaña iniciativa con una compañía más que deleznable y que incluso antes del resultado final ya andaba esputando centrífugamente culpas por doquier.
Siendo esta una semana en la que el gobierno sumó un poroto importante tras el primer acuerdo con la Mesa de Enlace y trasladó el problema al adversario desnudando sus internas, parecen momentos en que este tipo de errores no deben cometerse especialmente cuando las tapas de los diarios andan deseosas de titulares estridentes, Boca pierde más de lo que gana y Fabbiani todavía no ha tenido un accidente automovilístico tras una noche de Gastronomía excesiva.
Pero hasta el resultado de los comicios catamarqueños, la noticia era “la polémica por la seguridad” y el tema de la pena de muerte que fue apoyada por una buena cantidad de personajes del espectáculo que gozan de la impunidad del micrófono fácil. En debates que nos hacen morir de pena se instala una polémica que no existe y, como suele pasar cíclicamente, se pretende legislar desde el dolor bajo la presuposición de que éste nos acerca a una verdad metafísica accesible sólo a los que han perdido un ser querido.
La suerte de ley de talión que subyace a “el que mata tiene que morir” no sólo parece retrotraernos al Medioevo y fomentar una espiral de venganzas sino que resulta inaplicable a otros delitos. Así, y ya que de polémicas hablamos, no parece muy razonable afirmar “el que fuma marihuana tiene que ser fumado”, etc., etc. Por otra parte, si bien en este caso ayuda a evitar que se instaure la pena capital, el esgrimir razones religiosas para oponerse a la pena de muerte tampoco parece un camino coherente pues existen casos donde los católicos no siempre defienden la vida. Sin ir más lejos, el aborto está permitido en determinadas circunstancias y, especialmente, no olvidemos que el Derecho y la Moral permiten el asesinato en defensa propia.
Asimismo, aquellos que niegan la pena de muerte basándose en el posible error irreversible, no parecen dar una razón abrumadora. Al fin de cuentas, una buena investigación puede eliminar el porcentaje de error y aun los errores que se cometen en los sistemas jurídicos que no admiten la pena de muerte son reversibles pero no menos dañinos. ¿O acaso no es un desastre que por error alguien esté preso 10 años?
Más allá de esto, si es que de números hablamos, la pena de muerte y el endurecimiento de las penas en general se han mostrado ineficaces a la hora de bajar el delito en todos los lugares donde se ha aplicado. Esto tiene que ver con que el argumento del endurecimiento de pena como efecto disuasivo descansa en un presupuesto falso, esto es, el cálculo racional de aquel que va a cometer el delito. Como si el ladrón saliese a robar con las últimas novedades del código penal bajo el brazo, se presupone que éste, antes de tomar la decisiones de actuar ilegalmente realiza un complejo cálculo de costo y beneficio por el cual se da cuenta que es mejor conseguirse una changa antes que seguir robando.
No obstante, esto no significa que haya que quedarse de brazos cruzados o que el asunto de la seguridad sea sólo un problema de derecha. La seguridad será un asunto de derecha si el pensamiento de izquierda sigue suponiendo que hoy día es legítimo pensar que la solución de toda desigualdad es la eliminación de la propiedad privada, y si lo que se da en llamar, “Escuela garantista” no se vuelve fundamentalista. En todo caso, cuando Argibay dice que la delincuencia en los menores no es un problema tan grave como el de gatillo fácil, parece estar más preocupada en alborotar que en dar un diagnóstico serio.
Independientemente de innegables porcentajes de reincidencia, de cárceles que resultan ser el espacio de reclutamiento para organizaciones cada vez más violentas y la complicidad y la connivencia policial, la pena de muerte supone la renuncia a la posibilidad de “reinsertar” y “reeducar” a aquel que actúa por fuera de la ley. En este sentido, la instauración de la pena capital supondría la aceptación total del fracaso educativo de la sociedad, el mismo fracaso que surge del intento repetido que desde vastos sectores apunta a deslegitimar a la política en tanto nicho de corrupción. Dado que los seis años del Gobierno K devolvieron un espacio de legitimidad a la acción política, sería deseable que se le diera una respuesta tajante a los intentos de instalación de “manos duras” y que aun a riesgo de perder los votos clientelísticos de algunas regiones, el Gobierno se corriera del abrazo de personajes nefastos de la política.
Excelente.
ResponderEliminarDante... Muy buen artículo... Muy interesante. No sé cuánto lees de Sartre, pero también se puede argumentar contra la pena de muerte por ese lado. Algo de eso decis en el último párrafo. Condenar a alguien con pena de muerte, es cosificar a esa persona, es aceptar que escencialmente es un criminal/asesino/matarife... Etc... Siempre los escencialismo corren para el lado de la derecha...
ResponderEliminarFernando
Dante sos un ejemplo para la juventud por tu vocación de hierro para la filosofía.
ResponderEliminarFuerza pebete!
un abrazo
LEOPOLDO MAYER
IMPRESENTABLE LA COLUMNA.
ResponderEliminares un tema muy discutible. lo que sí, quien escribe siente cierta lava correr por el pecho y eso significa que tu texto es bueno e invita a pensar.
ResponderEliminarahora, es cierto que muchas veces se peca de no creer en el cambio. y si lo hacemos en la cotidianeidad cuando encasillamos a las personas, la tentacion no es mas grande cuando se trata de un asesino?
talvés nos fuimos de tema, pero esto nos hizo pensar que hay que ser mas justo con las personas que vemos todos los dias .
en cuanto a la educación...
Tendemos a no ver cambios en los demás, cómo creer que se puede educar a un asesino?
suena cualquiera decir..'hay que violar a un violador'... pero muchas veces quien escribe sintió deseos de exterminarlos.
Nada más... es una malísima opción. Pero la educacion tiene que hacerse extensiva para todos. Tanto para quien agrede como para quien tiene que perdonar la agresión.tambien para quien tiene que perdonar solo una cachetada.
Saludos!
tu artículo es buenísimo desde el punto de vista de las ideas, del desarrollo de esas ideas (como ser la oposición a la pena de muerte) Sin embargo creo que se complica la cosa al mezclarlo con la coyuntura política.
ResponderEliminarLa politica no se maneja desde el plano de lo ideal, hay que ganar los espacios, cada distrito, tejer alianzas para acumular poder. Los que se oponen a este modelo de intervención del estado en la redistribución de la riqueza, son muuuuy poderosos, se compactan y avanzan. Te cabe duda que la estamos perdiendo. El progresismo no logra unirse estrategicamente para fortalecer lo conquistado y la derecha nos gana mi estimado dante...
"Ganar los espacios",
ResponderEliminar"se compactan y avanzan", "la derecha nos gana". ¡Más que una opinión política parece el relato de un partido de futbol!
Gabi
No nos engañen!!
ResponderEliminarSusana Giménez pide que vuelva la “colimba” para alejar a los pibes del paco y tener más seguridad.
Maniobra astuta de la derecha, que extirpando la nefasta historia de los militares argentinos, nos quiere vender que algo de la seguridad del pueblo puede estar en manos de las fuerzas armadas. La realidad debe mostrarse en el sentido inverso, con memoria y verdad.
No recuerdan, no quieren recordar, cuántos militares estuvieron y están relacionados con hechos delictivos, desde apropiaciones de bebés, robos de las propiedades de los detenidos-desaparecidos hasta ventas ilegales de armas y drogas.
No recuerdan, no quieren recordar cómo la policía participa de secuestros extorsivos, se asocia con los desarmaderos de autos, pide coimas, libera zonas para los delincuentes…
Aunque haya habido un recambio democrático en nuestras instituciones militares, hay algo de lo simbólico que tenemos que mirar
Los pibes se alejarán del paco de la mano de coroneles y generales?
Algunas voces, amplificadas por los medios de comunicación, convocan a una manifestación por seguridad. Los que asisten habrán participado de la marcha de los pibes del pueblo “el hambre es un crimen”? Pidieron a gritos y cacerolas que se deroguen las leyes de punto final y obediecia debida o allí no salieron a reclamar mano dura y que los asesinos permanezcan en las cárceles comunes? Los medio cubrieron con tanto interés el vaciamiento de hospitales públicos y escuelas? Se preocuparon en formar una opinión pública que respete y haga respetar los derechos de los niños y niñas más pobres de nuestro país?
Este miércoles se presenta la propuesta del ejecutivo para una nueva Ley de Radiodifusión. La "marcha de la inseguridad" está organizada a la misma hora y mismo día, como cortina de humo para que nadie les quite el monopolio de la información. Ese monopolio que nos vende noticias sin historia
Sencillamente fenomenal Dante tu análisis.
ResponderEliminarY este argumento:
"Como si el ladrón saliese a robar con las últimas novedades del código penal bajo el brazo, se presupone que éste, antes de tomar la decisiones de actuar ilegalmente realiza un complejo cálculo de costo y beneficio por el cual se da cuenta que es mejor conseguirse una changa antes que seguir robando."
jajaja, magnífico.
Mel