Parecemos asistir al fin de la historia política argentina.
No hay ni habrá grandes novedades. Seguramente nos estemos equivocando como
Hegel o Fukuyama cuando anunciaron el fin de la historia y luego ésta los dejó
en ridículo. Pero aunque más no sea con ánimo provocador aceptame que no hay
nada nuevo y no lo digo tanto por el peronismo sino más bien por el
antiperonismo. Incluso si me apuran un poco, diría que si hay algo que se
sostiene firme en la Argentina es el antiperonismo, un antiperonismo que es
anterior al peronismo y que hoy renueva su mascarada para seguir siendo lo que
es. Es más, y como última provocación: el peronismo cambia, se actualiza, va
para la izquierda, va para la derecha, se acomoda en el centro; el
antiperonismo es lo único que no cambia en este país. Los intérpretes varían
pero el papel y la obra es la misma.
Tómese si no, como muestra, un breve pantallazo de los
enfoques de la última semana. No hubo un tópico del antiperonismo más rancio
que se quedara afuera.
El primero es el del Estado ineficiente: a contramano de las
alabanzas que recibiera el gobierno ante las primeras decisiones en torno a la
pandemia, ahora se instala que el gobierno falla en no hacer los test y
circulan médicos y referentes opositores expresando la necesidad de hacerlos
por millones. ¿Pueden en su sano juicio creer que hay un país que pueda hacer
millones de test? ¿Creen que eso serviría de algo aun si fuera posible? Todos
estamos de acuerdo en que si hacemos más test tendremos mejores elementos para
controlar la pandemia porque sabremos con mayor exactitud cuántos son y quiénes
están infectados pero ningún país puede salir a hacer test masivos porque es
logísticamente imposible y porque no tiene sentido.
Vinculado a este punto está el otro tópico del antiperonismo
clásico: el peronismo miente. Claro que si tomamos el INDEC de algunos años
atrás nos encontraremos con una cifra que no era representativa de la inflación
real pero de ahí a suponer que todo discurso es relato y que toda afirmación de
un gobierno popular sea falsa hay una distancia importante. Se dice “¡están
mintiendo porque hay más casos que los oficiales!” ¡Pero claro, salames! Hay
muchos más casos que los oficiales. En todo el mundo hay más casos que los
oficiales. El punto es cuántos casos más hay y eso es relativamente fácil de
medir porque conociendo el porcentaje de mortalidad y el porcentaje de
pacientes que necesitan internación se puede calcular cuántos casos más hay sin
hacer el test y sin que sean casos oficiales. Al día de hoy esa cuenta muestra
que los casos no detectados y asintomáticos están dentro de un margen
razonable.
Tercer tópico: el peronismo es un fascismo que ataca las libertades
individuales. Como los asustó bastante el covid-19, salvo algún libertario o
algún trotskista que en el afán de criticar te puede salir a defender principios
liberales con cara de piedra, nadie chilló cuando nos mandaron al aislamiento
obligatorio. Pero eso sí, bastó la infeliz frase del “ciberpatrullaje para
controlar el humor social” para que, de repente, Alberto Fernández tenga el
bigote de Stalin. ¿Que el gobierno ayuda a veces y que todavía nadie entiende
cómo Frederic dijo lo que dijo? Pues claro. ¿Que si lo hubiese dicho Patricia
Bullrich tendríamos 5 tapas de Página 12
y la indignación de Gustado Silvestre garantizada? Obviamente. Pero tonterías
no. Hay que ponerse de acuerdo: o corremos a Frederic por antropóloga progre
zaffaronista o la corremos por la reencarnación de López Rega. Pero las dos
cosas al mismo tiempo no.
Cuarto tópico: el peronismo libera a los delincuentes. Lo
hizo Cámpora, lo hacían los K con el Vatayón militante y ahora liberan a Boudou
y a todos los presos. Quien me lee se ríe pero esta semana hubo dos
editorialistas en prime time que
dijeron “Vos estás preso y ellos están libres”. Sí, leíste bien. Dijeron que
vos, por estar en cuarentena, estás preso y que los delincuentes acaban de ser
liberados gracias a que liberaron a Boudou. Insisto: no es un comentario
marginal de un troll en Twitter. Son periodistas en horario central, alguno
que, si no me equivoco, hasta recibió el premio de participar de la colecta
solidaria del último domingo. Pero son tan miserables que no valen ni una
puteada.
Quinto tópico: los peronistas usan el Estado para robar. “¡Se
afanaron 6 PBI!” repiten algunos personajes que tienen la dicha de mantener un
micrófono con todos los gobiernos, incluso con aquellos gobiernos a los que
critican. Es una suerte que no todos tuvimos pero es para celebrar que algunos
la tengan. Lo que no es para celebrar es que tan ligeros vinculen el caso de
las compras con sobreprecios realizadas por el Ministerio de Desarrollo Social
con los bolsos de López y la causa de los cuadernos, tal como he leído por ahí.
Una vez más: ¿el gobierno ayuda a estas cosas? Por supuesto que ayuda. Lo que
sucedió con esa compra fue vergonzoso y la respuesta que dio el gobierno fue
errática. Primer acto: en medio del escándalo mediático, Arroyo se hace cargo y
dice que algunos productos se pagaron de más porque, ante la urgencia, las
empresas “se plantaron”; segundo acto: Alberto Fernández le dice a Arroyo: “después
del desastre del viernes con los bancos no puedo seguir sosteniendo a todos los
funcionarios que se equivocan. Alguna cabeza tiene que rodar”; tercer acto:
renuncian quince funcionarios. ¿Cómo se llama la obra? No sé cómo se llama pero
podría llamarse, como mínimo, “Comunicamos como el culo”. Luego, en todo caso,
se verá si hubo algún vivo que se quedó con un vuelto. Todo el arco político
pone las manos en el fuego por el ministro así que habrá que ver si fue un
funcionario. Pero eso sí: si comprás comida para 11 millones de personas estás
en condiciones de pelear el precio. El que se debe plantar ahí es el comprador
antes que el vendedor.
Podría seguir con el tópico de que la política es un gasto,
que se pagan muchos impuestos (lo cual en un sentido es verdad y en otro no) y
que la culpa la tienen los sueldos de los políticos, etc… pero ya ha sido
demasiado. Es todo muy previsible. Es el eterno retorno de los prejuicios que
se acomodarán a cualquier acción del gobierno. Se acomodarán mejor si el
gobierno peronista da pie y lo merece, y se acomodarán peor si el gobierno
peronista acierta más de lo que se equivoca.
Al final, parece que los verdaderos incorregibles son los
antiperonistas.
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