Electoralmente el gobierno hizo
todo bien, salvo una cosa: la escandalosa, caprichosa e insólita manipulación
de la carga de datos en la Provincia de Buenos Aires que demuestra que Cambiemos
está más pendiente del Prime Time que
de la realidad. Efectivamente, llevando la lógica de la telepolítica al
extremo, el macrismo quiso que la ciudadanía se vaya a dormir creyendo que CFK
había sido derrotada por uno de los peores candidatos posibles, y, cuando el
resultado se daba vuelta, sorprendentemente decidió parar el conteo definitivo.
En el gobierno de los CEO, el dueño de la pelota, a punto de sufrir una derrota
simbólica, se la lleva a su casa y no se juega más. Pero lo más insólito es que
como ardid comunicacional lo único que ha hecho es poner bajo sospecha el
resultado de la elección y devolverle al kirchnerismo una épica, en este caso,
la de la remontada.
Ahora bien dejando de lado este
aspecto, y analizando en frio, podemos decir que Cambiemos fue el gran ganador
de la elección: logró hacer pie en todos los distritos a pesar de que la
mayoría le sigue siendo esquivo y continúa en manos de los liderazgos locales,
pero hizo su mejor elección legislativa en CABA; ganó en Córdoba con candidato
propio; le dio una paliza electoral al kirchnerizado Alberto Rodríguez Sáa en
San Luis como nunca había ocurrido desde el regreso de la democracia y derrotó
al MPN en Neuquén; triunfó holgadamente en una Santa Cruz en crisis, alcanzó la
victoria en Entre Ríos, confirmó en Corrientes, Mendoza y Jujuy, y, aún
perdiendo, en el segundo escándalo relacionado con el conteo de votos, terminó
cabeza a cabeza con el peronismo en Santa Fe, donde el socialismo realizó una
performance vergonzante. Por último, como indicábamos anteriormente, “empató”
en la elección de la provincia de Buenos Aires.
El panperonismo, por su parte,
confirmó varios de sus liderazgos locales y si bien cada caso resulta
particular y merecería un análisis pormenorizado, podría decirse que en
Formosa, Catamarca, Tucumán, Chaco, La Rioja, San Juan, Río Negro, Chubut,
Tierra del Fuego, Santa Fe, Misiones y Salta, distintos tipos de peronismos, en
un par de casos, claramente kirchneristas y, en algunos casos, incluso
compitiendo contra listas representativas del kirchnerismo, sostuvieron su
supremacía. Si sumamos a esa lista a Santiago del Estero, con el triunfo de un
Frente que fue aliado de la administración de CFK, llegamos a la conclusión de
que la mayoría de los distritos le siguen siendo esquivos al gobierno pero que
Cambiemos se ha alzado o ha logrado “empatar” en los más populosos.
Si hablamos específicamente del
kirchnerismo podría decirse que, salvo la sorpresa en Santa Fe, quedó reducido
a la figura de Cristina con fuerte epicentro en la tercera sección electoral,
la única de las siete en la que pudo imponerse. Sobre ello hay dos grandes
lecturas contrapuestas pero plausibles ambas: la más benevolente hacia el
kirchnerismo podría indicar que con una parte de la justicia persiguiendo, el
poder económico nacional e internacional apoyando, los “fierros mediáticos”,
los servicios de inteligencia y las principales cajas del Estado, el
establishment no pudo vencer a CFK después de años de desgaste. La segunda
lectura es que frente a un gobierno que tuvo una de las peores gestiones que se
recuerden, con devaluación salvaje, tarifazos, aumento de la pobreza, inflación
acumulada del 65%, crecimiento de la desocupación, escándalos vinculados a la
violencia institucional, etc., el kirchnerismo, con su mejor y tal vez, única
carta, apenas pudo empatarle a un candidato al que cualquiera elegiría para
ganarle. Se dirá que el ataque contra la expresidenta fue furioso y que
Bullrich no fue “el candidato” sino que la disputa fue contra Vidal, pero lo
cierto es que, Cristina, aun si se confirmara el triunfo, apenas pudo igualar
la performance de Aníbal Fernández como candidato a Gobernador en 2015. No es
justo comparar elecciones para cargos ejecutivos con elecciones para cargos
legislativos pero el voto kirchnerista parece estar afincado en un núcleo duro
para el cual resulta indiferente de qué tipo de elección se trata. Es más, es
tan duro ese núcleo de votos, con ese piso y ese techo que resultan casi similares,
que la estrategia duranbarbizada y pasteurizada de Unidad Ciudadana tampoco
funcionó. Dicho más crudamente: con escenario 360°, discursos desideologizados
o socialdemocratizados en torno a la condición ciudadana, apuestas a las
pequeñas historias de gente común, ocultamiento de La Cámpora y de los
referentes “piantavotos”, etc., CFK obtuvo lo mismo que su candidato más
demonizado. Y por cierto, el responsable de la merma en los votos no parece ser
Randazzo más allá de que parte de la militancia de paladar negro, traidorómetro
en mano, quiera encontrar un consuelo allí pues el ex ministro le ha quitado
más votos a Massa que a la expresidenta. Si bien no es lineal, cabe observar
que el 15% de Massa obtenido ayer más el 5% de Randazzo suman exactamente los
20 puntos que había obtenido el exIntendente de Tigre en las PASO 2015.
De cara al futuro cabe distinguir
entre lo inmediato y lo mediato. En este sentido, octubre es lo inmediato y
allí no es de esperar que existan grandes virajes en las tendencias de los
votos. En todo caso, especialmente en la elección de la Provincia de Buenos
Aires, aquella donde volverán a posarse todos los ojos, es posible que haya una
tendencia hacia una “balotajización” que termine afectando a Randazzo y a
Massa. De ser así, entiendo que el gobierno puede recibir algunos votos más que
los que podría recibir CFK, más allá de que balotajización no significa
balotaje y es posible que ni Randazzo ni Massa pierdan demasiados votos.
En cuanto a lo mediato, el
horizonte del peronismo resulta aún más complejo que ayer. De hecho, podría
decirse que el resultado de ayer fue el peor de los resultados posibles. ¿Por
qué? Porque el resultado de CFK la dejó en una situación límbica: si hubiera
perdido por 7 u 8 puntos era, probablemente, el fin del kirchnerismo; si ganaba
por 7 u 8 puntos, hubiera encolumnado a todos los peronistas, incluso los más
díscolos. Pero no sucedió ni una cosa ni la otra y nadie puede razonablemente
desestimar a una candidata que obtiene 35% de los votos contra toda la
estructura del poder fáctico, pero, a su vez, hasta ahora su techo sigue siendo
insuficiente para una elección ejecutiva. Por lo tanto: hoy es la mejor
candidata pero no alcanza para ganar y obtura cualquier tipo de renovación,
máxime cuando la pretendida renovación es un Massa que desde el 2013 no hace
más que perder votos, y un Randazzo que no pudo alcanzar los dos dígitos que
pretendía.
En este sentido, de confirmarse
este resultado en octubre, el gobierno, sin ser una mayoría apabullante ni
mucho menos, consolidará su carácter de primera minoría en las cámaras, tendrá
proyección para alzarse con los principales distritos gracias a candidatos
propios, instalará que tiene la legitimidad para avanzar con su plan económico
y tendrá enfrente a un peronismo más atomizado que nunca. Si el “mundo
financiero” continuara apoyando, el peronismo siguiese “trabado”, la voracidad
del plan económico de ajuste se moderara y el revanchismo y el triunfo de su
ala menos dialoguista y más salvaje se atemperara, es posible que haya
Cambiemos para rato con o sin Macri. Pero tratándose de política, hay allí
demasiados condicionales.
No es tan así, cambiemos en esta elección sacó más votos en Bs As, eso es parte de lo que pierde massa, que es tan traidor como randazzo.
ResponderEliminarLos pj antikirchneristas sacaron todos menos votos por identificación con el oficialismo.
Siendo un gobierno nuevo, no es ni radical ni peronista hay muchos que siguen apostando a una mejora, sin embargo aún así para el primer mandato es la peor elección de la historia.
No es cierto que sea tan fácil como vos lo decis.
¿Qué tan fácil puede ser para el kirchnerismo competir con menos fiscales de mesa sin recursos y la mayoría candidatos nuevos?
¿Qué tan fácil puede ser competir con la justicia decididamente en contra?
¿Qué tan fácil puede ser competir contra el poder real y el poder político?
O ahora como serpiente que cambia de piel ¿negamos que hay un poder real que está muy interesado en incentivar a candidatos que le compitan a cristina mientras dividen?
Acabo de escuchar la soberbia de un tipo que dice que la culpa de la desunión es de cristina por no querer paso.
Sacaron 5% y quieren culpar de la derrota a cristina!
La realidad es que puede que no sean traidores, a mi me generan dudas, pero de lo que estoy seguro es que al menos son pusilánimes.
Votar jueces de Clarin es escupirnos en la cara, esos que largan delincuentes de lesa humanidad, pero no dudan en volver a juzgar una causa cerrada "por cosa juzgada irrita"
Atte Un lector
Muy bueno tu analisis, espero q lo lean las personas q tienen responsabilidad de armar estructuras politicas con Cristina. Por ahi necesitamos tiempo.
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