Nadie sabe qué deparará la historia, pero probablemente
el de ayer sea recordado como el debate en el que la diferencia entre uno y
otro candidato fue abismal. Naturalmente, esto no dice nada acerca de hacer un
mejor gobierno ni es la demostración de la superioridad de unas ideas sobre otras;
menos aún supone una “traducción” a votos. Pero la diferencia expuesta ayer ha
resultado tan evidente que recibió la opinión unánime de todos los periodistas,
incluso aquellos que tenían como misión defender a Milei. En todo caso merecerá
un análisis más profundo cómo todos los analistas citados por el diario La
Nación, por ejemplo, dieron por ganador a Massa, mientras que la encuesta que
el diario realizó para el público arrojó un triunfo de Milei con el 90%. Al fin
de cuentas, puede que la audiencia creada a imagen y semejanza de los intereses
de los propietarios del medio, sea de digestión más lenta ante la
evidencia.
Volviendo a los análisis, todo lo que los periodistas que
tenían a cargo la transmisión en La Nación+ pudieron esgrimir a favor de su
candidato fueron cosas tales como “Milei logró no enloquecerse” o “el
amateurismo de Milei puede acercarlo más a la gente”. Aunque, una vez más, cabe
decir que la psicología del voto es insondable, defensas de este tipo resultan
patéticas y, sobre todo, innecesarias.
Digamos, entonces, que el debate lo ganó Massa por varios
cuerpos y si no fue por KO fue porque, suponemos, cambió la estrategia en el
segundo bloque. Si se permite una última metáfora deportiva, ganaba 3 a 0 el
primer tiempo y luego administró la pelota controlando el debate desde el
minuto 1 hasta el final.
En todo caso, el debate fue el corolario de lo que ha
mostrado la campaña al menos desde las PASO hasta ahora: la hiper
profesionalidad de la campaña de Massa, la de “los brasileños”, frente a una
derecha dividida que desde hace tiempo parece La armada Brancaleone. La
diferencia es tan grande que podría decirse que la campaña del oficialismo es
casi lo opuesto a lo que fue su gestión, esa que en 4 años brilló por la
parálisis de sus luchas intestinas, la incapacidad de los funcionarios que no
funcionan y un presidente prescindente.
Y hablamos de corolario porque también parece el punto
cúlmine del desastre en que está sumida la derecha después de una serie de
errores autodestructivos que llevaron a que JxC quedara fuera del balotaje
cuando un año antes tenía la elección ganada. Ahora, los que hablan de hacer un
Estado más eficiente, ni siquiera pueden coordinar la logística para repartir las
boletas y del sueño obamista de una derecha moderna acaban teniendo que
justificar su apoyo a un populista libertario que en cada intervención
demuestra, sobre todo, un enorme desconocimiento de lo que supone gobernar un
país.
Si muchas veces se señaló con razón la cantidad de “tiros
en los pies” que se dio el oficialismo durante la gestión, es justo indicar que
el nivel de improvisación y de ignorancia que maneja el candidato de la derecha
quedó en evidencia ayer cuando cayó en errores infantiles y acabó a la
defensiva frente al ministro de economía del gobierno que tiene un 150% de
inflación anual.
Como decíamos al principio, ganar un debate es ni más ni
menos que eso. Toda extrapolación que pueda hacerse de ese triunfo es hipotética
y difícil de confirmar incluso con el diario del lunes. Pero lo ocurrido ayer
puede ser el puntapié para instalar un debate público que la Argentina se
merece. Me refiero a que en general estamos atravesados por debates ideológicos
de uno u otro lado de la grieta sin tomar en cuenta que el Estado necesita
representantes capaces, no importa si el ideario que representan nos gusta más
o menos. Esto significa que, más allá de las ideas, buena parte de los
problemas de la Argentina tienen que ver con la mala praxis de funcionarios que
desconocen cómo funciona el Estado y el mundo en el que Argentina puede jugar
un rol relevante. Por todo esto, y más allá de las ideas radicales de Milei,
esas que tanto le costó defender ayer, si un eventual gobierno del libertario
tendrá como impronta el nivel de desconocimiento, improvisación y amateurismo
demostrado ayer, habrá una nueva razón para estar preocupados.
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