El fenómeno de
los comentaristas, o foristas, en internet es un tema digno de análisis y se ha
transformado en una de las discusiones más interesantes acerca de la libertad
de expresión en tiempos de convergencia tecnológica: ¿se debe dejar que
cualquiera diga lo que quiera sobre un tema o persona, o debe haber
restricciones? ¿Los comentarios de un forista son de índole privada o por estar
allí expuestos son públicos? ¿Se deben prohibir las opiniones que se realizan
desde el anonimato o con seudónimos? Hay diversas miradas al respecto pero lo
cierto es que la mayoría de las páginas web de los medios periodísticos
tradicionales vienen, de alguna manera, estableciendo algunos controles básicos
frente a la generalmente irreproducible catarata de barbaridades que se vierten
desde la impunidad de una computadora. Más específicamente, existen moderadores que desaprueban
determinados comentarios, pero a juzgar por lo que se sigue viendo no resulta
claro el criterio de selección ni la idoneidad de quien realiza semejante
tarea.
Lo cierto es
que al menos de manera incipiente se comienza a discutir este fenómeno que es
el emergente de una etapa de internet en la que se invita a los usuarios a ser
activos gracias a una tecnología que lo permite y lo incentiva. Asimismo, la participación de la audiencia o
los lectores es algo que los medios tradicionales venían incentivando desde
hace décadas con sus cartas de lectores o los llamados telefónicos a la radio y
a la televisión de modo tal de poder establecer
un ida y vuelta fluido entre emisor y receptor.
Ahora bien,
cuando se hace un repaso de, por ejemplo, los comentarios que los usuarios
realizan en la nota de un diario online,
tenemos la tentación de realizar un tratado sociológico y psicológico del
estado actual de la cultura y caemos en el error de interpretarlo como
representativo de aquello en lo que nos hemos convertido como sociedad. Y en
realidad, creo que lo que allí vemos habla más del medio en cuestión que de los
usuarios. Lo digo de otra manera: está claro que un medio no puede
responsabilizarse por lo que piensen o escriban sus lectores ¿pero hasta qué
punto una buena parte de las opiniones de sus usuarios no está determinada por
el medio que consumen? Insisto: no estoy diciendo que un diario online deba hacerse cargo de la opinión
de todo energúmeno con un teclado cerca pero creo que una parte importante de
las opiniones allí exteriorizadas por los comentaristas obedece al tipo de
lector que ese medio ha ayudado a forjar. En este sentido el tema no es,
digámoslo así, jurídico pues está claro que no le podemos adjudicar una
responsabilidad al medio. Pero sí podemos hablar del tipo de cultura y el
perfil de los opinadores que determinados medios han constituido.
En este
sentido, si bien se puede extender a otras publicaciones, por razones de
espacio me restringiré a ejemplos emblemáticos del diario La Nación. Para ello he buscado, de memoria y sin afán de
exhaustividad, noticias vinculadas a la salud de personas con participación
política o emparentadas, de una u otra manera, con un pensamiento político
opuesto al de la línea editorial del diario bajo la suposición de que más allá
de las diferencias ideológicas ningún bien nacido desearía la muerte de un
adversario político que defiende sus ideas democráticamente y menos aún el de
alguno de sus familiares. Asimismo, quizás ingenuamente, he buscado algunos
hechos que pudieran estar por encima de “la grieta”, ejemplos de esfuerzo
individual y colectivo, de búsqueda de justicia y final feliz que cualquier
miembro de nuestra comunidad celebraría.
Así es que,
rastreando en los últimos meses, fui a parar a notas tales como aquella que
refería a la muerte de Antonio Cafiero (“El último adiós a Antonio Cafiero en
el Congreso”, 14/10/14); las de las internaciones de CFK y su hija (“Cristina
Kirchner fue internada por un cuadro infeccioso”, 3/11/14, y “Florencia
Kirchner fue internada en la Fundación Favaloro”, 8/12/14); y las de la
recuperación del nieto de Estela de Carlotto y el nieto 116 (“Con el nieto de
Estela de Carlotto, son 114 los nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de
Mayo”, 5/8/14, y “Abuelas de Plaza de Mayo encontró al nieto 116”, 4/12/14). Y
curiosamente todas estas notas tenían algo en común pues en el lugar donde
generalmente se accede a los comentarios aparecía la siguiente leyenda: “Debido
a la sensibilidad del tema, los comentarios de esta nota permanecerán cerrados”.
La pregunta
obvia es qué tipo de sensibilidad entraña la muerte de un dirigente peronista,
la internación de una presidente y su hija, o la recuperación de la identidad
de nietos apropiados por la dictadura. ¿Es una sensibilidad que puede irradiar
odio y violencia? Evidentemente, en los lectores del diario, la respuesta sería
afirmativa y la prueba de semejante horror es que conocedor del tenor de los
comentarios que allí aparecerían, los editores tuvieron la delicadeza de censurarlos.
Por supuesto no cargan las culpas sobre los lectores y su ideología sino que le
adjudican la propiedad de “sensible” al hecho en cuestión. Así, lo que
restringe la posibilidad de opinión de los lectores es una presunta naturaleza
del hecho y no la decisión editorial del diario opositor que ha hecho del
antiperonismo recalcitrante una bandera, que ha dicho y publicado sendas
mentiras sobre la presidenta y su hija, y que lleva adelante tenazmente desde
sus editoriales una campaña en favor del indulto a los genocidas basándose en
la teoría de los dos demonios. Dicho de otra manera: siendo esa la ideología del
diario, ¿cómo esperar otro tipo de comentarios? Digamos, entonces, que lo que
sucede es casi la consecuencia natural de un lector medio que sigue la línea
editorial de la Tribuna de Doctrina y que no se diferencia demasiado de la
opinión de los periodistas que allí trabajan aunque con la siguiente salvedad: los
profesionales que escriben el periódico tienen algo de pudor y se comprometen
con la firma, algo que no sucede, generalmente, con los comentaristas.
A su vez, el
cercenamiento de la opinión de aquellos que consumen el medio recuerda la
particular decisión del canal Todo
Noticias de no transmitir en vivo comentarios de caceroleros. La razón era
que, en caso de hacerlo, corrían el riesgo de mostrar que buena parte de los
que allí se manifestaban estaban en un estado de desborde forjado desde los
propios medios de comunicación, por lo cual no ahorrarían epíteto, calificativo
y acción violenta contra todo aquello que sea oficialista.
Es una enorme
paradoja porque los medios que siempre se presentaron como espejos de la gente
y de la realidad esta vez eligen tapar el espejo, ocultarlo. Han ayudado a
constituir una monstruosidad que es escondida en la habitación de huéspedes
como si no fuera de la familia pero paralela y sigilosamente le brindan, por
debajo de la puerta y en buenas dosis, su único alimento: las noticias de cada
día.
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