viernes, 28 de septiembre de 2012

Los nuevos censores (publicado el 27/9/12 en Veintitrés)


En el contexto de la disputa económica, política y, ante todo, cultural que rodea, en este caso, ya no la Ley de Servicios Audiovisual en vigencia desde hace 3 años, sino su artículo 161 llamado “de adecuación”, quienes se oponen a esta conquista de la democracia denuncian que detrás de éste se halla un intento de censurar y atentar contra la libertad de expresión. Poco importa que la ley en su totalidad no haga referencia alguna a contenidos o si la Corte Suprema, en el fallo que pone límite a la cautelar del Grupo Clarín, afirma que las posibilidades de expresarse con libertad están plenamente garantizadas. Lo que se busca es poner en tela de juicio una ley que tiene plena vigencia con los mismos argumentos que se utilizaron antes de su sanción. Esto se exacerba aún más en el marco de la cercanía del “7D” independientemente de la discusión jurídica y la interpretación de qué va a suceder ese día. Pero las posiciones se van radicalizando y el grupo hegemónico entiende que los tiempos se acortan. En este sentido, son cada vez más frecuentes, aunque también fugaces, las puestas en escena en las que se intenta instalar que hay persecución y censura a periodistas. Se lo viene haciendo desde hace meses desde Canal 13 y la última semana el protagonista fue Eduardo Feinmann que utilizó Radio Mitre para afirmar que habían censurado uno de sus programas en C5N por haberle dicho “maricón de cuarta” a un funcionario público y por pretender llevar de entrevistada a una mujer que denunciaba a dicho funcionario. Seis horas después, en el mismo canal al que acusó de censura, realizó su programa diario y mantuvo en vilo a toda su audiencia anunciando, durante una hora, que contaría “toda la verdad”. Sin embargo, allí, el conductor de Radio 10 aclaró que se trató de una “desprolijidad” de “dos inútiles gerentes de noticias” que no le habían avisado con tiempo del levantamiento circunstancial y sólo por un lunes, de su programa nocturno. Además dejó bien en claro que no había habido ningún tipo de presión gubernamental. La anécdota de Feinmann es sólo un ejemplo ilustrativo para analizar cierta ligereza y mal uso de algunos términos. En este caso particular, me centraré en el modo en que se toma la idea de censura y para ello me serviré del ya “clásico” concepto de “censura democrática” de Ignacio Ramonet para derivar de allí algunas conclusiones que puedan aplicarse no sólo a nuestro país.
Según Ramonet, una sociedad democrática con una ciudadanía que goza de todas las libertades y un Estado de derecho que funciona plenamente, no es incompatible con ciertas formas de censura. Tal sorprendente afirmación lleva naturalmente a interrogarse sobre el significado que Ramonet le da a “censura” pues ésta siempre estuvo asociada a gobiernos más o menos autoritarios o totalitarios. Lo que hace, entonces, este español afincado en Francia, profesor de Teoría de la comunicación y director durante casi 20 años de Le Monde diplomatique, es redefinir la censura a la luz de la nueva configuración de las sociedades occidentales. Esto significa que ya no se la puede entender como el ejercicio de amputación, obstrucción y discriminación de una determinada información en manos de un aparato estatal encargado de controlar lo que debe y lo que puede decirse. Pero entonces ¿qué tipo de censura es la que las repúblicas liberales pueden padecer? La “censura democrática”, esto es, un tipo de censura que actúa por sobreinformación y por abundancia. Esta forma de censurar, entonces, resulta la consecuencia paradójica de un modelo de sociedad en el que los canales de información se han multiplicado sin lograr que la ciudadanía esté más informada. Dicho en palabras de Ramonet, la cantidad salvaje de estímulos comunicacionales genera una información que acaba ocultando la información relevante, generando una suerte de matrix o caverna platónica en las que los consumidores ingenuamente creen ser testigos de la realidad.
 Esto muestra que ya no hace falta censurar en el sentido clásico de “recorte”. Todo lo contrario: en un contexto donde la información fluye vertiginosamente la mejor censura es la de la sobreabundancia, aquella que no permita discriminar entre lo superficial y lo importante. En esta línea, que existan canales de televisión abocados exclusivamente a noticias o que las radios tengan un informativo cada 30 minutos no supone ganar diversidad ni sentido crítico sino sólo repetición.  
 Ahora bien, la pregunta sería: ¿esta nueva forma de censura propia del fenómeno de globalización comunicacional que lleva algunas pocas décadas redunda en un cambio en quien censura? Dicho más fácil: ¿la censura democrática la aplican los mismos que aplicaban la censura clásica? Ramonet no es del todo explícito en este sentido pero naturalmente se sigue de sus principales preceptos una respuesta clara: no. Y este es el punto central que muchas veces suele ser dejado de lado y se vincula con aquel elemento que desde este espacio hemos transitado con asiduidad: el modo en que el poder ha migrado de los estados nacionales a las corporaciones económicas. ¿Quién censuraba en una dictadura militar? Más allá de la complicidad civil, la censura era ejercida y sostenida desde el gobierno de facto. ¿Quién realiza hoy la censura democrática? ¿Un Estado? Evidentemente no porque los medios están en manos privadas y en buena parte del mundo están concentrados en muy pocos megagrupos. Así, aun cuando lo desease, no hay Estado en el mundo capaz de tener éxito en el control sobre un flujo informativo que es utilizado como principal arma de los pulpos mediáticos que operan políticamente y condicionan a los gobiernos democráticos de turno.  
 En esta línea, si bien, claro está, puede haber gobiernos elegidos democráticamente que pretendan censurar a la vieja usanza, el principal peligro en sociedades como las latinoamericanas, está en los capitales privados propietarios de la mayoría de las licencias y los canales de información. Son ellos los que van a determinar qué se puede decir y que no, sin necesidad de acudir al recorte explícito, maniobra fácilmente desmontable que los expondría a una pérdida de legitimidad y a una ruptura del contrato tácito con el consumidor. Más bien, con otro tipo de sutileza, amplificarán desde su red de repetidoras solapadas, la agenda funcional a sus propios intereses. Por ello, hay que adecuar las categorías a las nuevas configuraciones. El poder ya no está en los Estados y es necesario repetirlo pues hay quienes parece que no quieren aceptarlo, especialmente aquellos periodistas que se sienten cómodos con aquel punto de vista anacrónico que los pondera como héroes de un contrapoder que se ejercería frente a gobiernos que se autonomizan de la voluntad del pueblo. Hoy la actividad del periodista como contrapoder ya no se realiza contra un otro o una esfera ajena como la gubernamental/estatal, sino que debe ejercerse contra la propia corporación que es la que le paga el sueldo. Por ello ser periodista es tan difícil porque en su naturaleza está denunciar al poder pero el poder está hoy en su empleador.  Es más, muchas veces, un periodista debería denunciar no sólo al empresario dueño del multimedio para el que trabaja sino a colegas que ocupan puestos jerárquicos y se han alejado completamente del ejercicio de la profesión para transformarse en amanuenses o propios interesados. Es por esto que, para concluir, cabe indicar que hoy en día, en repúblicas democráticas y liberales como la nuestra, el principal enemigo de la información no es el Estado o el gobierno de turno: son las corporaciones de medios y muchos de sus periodistas. Es esto lo que da lugar a la necesidad de reflexionar sobre algunas de las categorías del pasado y a indicar, en este caso, no sólo que la censura actual no es la misma que la de ayer sino que también son otros los sujetos que la aplican.         

jueves, 20 de septiembre de 2012

Parecerse a Venezuela (publicada el 20/9/12 en Veintitrés)


Uno de los aspectos más significativos del cacerolazo que el último jueves 13 tuvo lugar especialmente en los lugares más acomodados de la ciudad de Buenos Aires, fue la dificultad para unificar la consigna. Así, en esta manifestación, se podía encontrar una multiplicidad variopinta de reclamos que incluía carteles que hablaban de corrupción, inseguridad, límites a la compra del dólar, clientelismo, ideología, derecho a viajar a Punta del Este, uso de la cadena nacional, soberbia presidencial, persecución, rigurosidad impositiva, límites a la libertad de expresión, reelección, y hasta una actitud desafiante ante el supuesto miedo que intentaría impartir la presidenta. Claro que, más allá de la variedad, lo que tenían en común los ciudadanos que se expresaron libremente era un antikirchnerismo furioso que en algunos exudaba tintes antidemocráticos. Ahora bien, más allá de que el blanco predilecto de esta heteróclita lista de reclamos haya sido Cristina Fernández y su marido, un patrón común de varios de los comentarios que pudieron recoger enviados de la Televisión Pública y Canal 9 entre otros, fue la comparación con el proceso chavista. Justamente, en esta misma columna, la semana pasada se comentaba, a modo de hipótesis, que la intención de los formadores de opinión antikirchneristas era hacer crecer una sensación de temor entre cierta clase acomodada argentina. Tal cometido se estaría llevando a cabo, entre otros modos, a través de la agitación del fantasma populista que hoy encarnaría el presidente bolivariano y la razón es que Chávez representa lo que algunas décadas atrás representaba la Cuba de Fidel Castro: el enemigo de los ideales burgueses liberales. Ese terror atávico que puede remontarse con otros nombres y en otros contextos hasta los principios de la historia argentina como nación cuando ese otro amenazante era la barbarie, el malón, el inmigrante anarquista, el peronismo, etc., hoy se condensa en esa controvertida figura que es Chávez y su proceso de socialismo del siglo XXI.
Pero, a su vez, al lado de los carteles que en el cacerolazo exigían “no transformarnos en Venezuela”, aparecía una consigna clásica de la antipolítica argentina, a saber: “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. En esta combinación aparecen elementos bastante más interesantes porque paradójicamente, aquellos individuos que golpearon sus cacerolas y recibían amplificación por los medios del Grupo Clarín, La Nación y Editorial Perfil, entre otros, se afirman republicanos al tiempo que, sin saberlo, están criticando a uno de los ejes centrales de la democracia que dicen defender: el sistema representativo. En otras palabras, si “se tienen que ir todos” los representantes es porque aparentemente han traicionado al pueblo y esto es posible porque las democracias representativas eximen al representante de todo tipo de obligación para con sus representados. Para apoyar tal afirmación no hace falta referirse a críticos de este tipo de modelos como Carl Schmitt o Karl Marx. Alcanza con Hans Kelsen: “Desde el momento en que las constituciones modernas prohíben expresamente toda vinculación formal del diputado a las instrucciones de sus electores, y hacen jurídicamente independientes las resoluciones del parlamento de la voluntad del pueblo, pierde todo fundamento positivo la afirmación de que la voluntad del parlamento es la voluntad del pueblo, y se convierte en una pura ficción”.
Dicho esto, recuérdese que en plena crisis de 2001-2002, lo que estaba en juego, antes que el modelo económico, era un modelo de democracia y que incluso hubo muchos que entendieron que la única manera de acabar con este problema inherente a la representación era volver a un gobierno asambleario con democracia directa.
Ahora bien, usted dirá que entre una democracia representativa en el que el representante adquiere autonomía de los intereses de su representado y una democracia directa sin intermediarios, deben existir zonas grises, o soluciones donde los aspectos positivos de cada una puedan compatibilizarse. Por supuesto que sí y, en este sentido, la gran paradoja es que una de las constituciones que más podría acomodarse a los intereses de los que el último jueves cacerolearon es la de la República Bolivariana de Venezuela.
              Sí, leyó bien. Por ello, creo que los caceroleros deberían exigir parecerse a Venezuela y a continuación expondré mis razones. Chávez asume el poder el 2/2/1999 y jura “por esta moribunda Constitución”. Como se seguía de esa definición, rápidamente se llamó a un referéndum para derogar la Constitución de 1961 y luego crear un nuevo texto que fue aprobado finalmente con más del 71% de los votos. Este texto se incluye dentro de lo que suele llamarse Nuevo constitucionalismo latinoamericano (junto a las reformas de Ecuador y Bolivia), y posee una serie de características que lo une a la tradición del viejo constitucionalismo social. Sin embargo, entre los aspectos novedosos de esta nueva tendencia, me restringiré, a los fines de este escrito, al aspecto vinculado a la participación ciudadana. Para ello hace falta sustituir la idea de “representación” por la de “mandato”. Como se seguía de lo dicho anteriormente, la representación es una figura del derecho privado y se encuentra asociada a la posibilidad de asumir la voluntad de un otro incapaz. Tradicionalmente, entonces, se hablaba de un varón adulto mayor y propietario que acababa representando a una mujer o a un niño. En tanto los representados son incapaces, sería absurdo suponer que esa representación debe obedecer al pie de la letra la voluntad de éstos. Sin embargo, la idea de “mandato” es distinta porque supone que una persona lúcida y capaz (mandante) le otorga a otra (mandatario) la potestad para realizar una determinada gestión. Aquí no hay enajenación de la voluntad, se vigila el cumplimiento de la misión y el mandante se reserva el derecho de disolver el vínculo en el momento que lo requiriese.
 Trasladado a la política y a un Estado con millones de habitantes, esto supone una serie de mecanismos revocatorios que no queden restringidos a cada jornada electoral. En este sentido, la constitución venezolana es un ejemplo y por ello conviene citar algunos artículos. Si se toma el 72 se encontrará que  “Todos los cargos y magistraturas de elección popular son
revocables” y que obteniéndose el apoyo de al menos el 20% de los electores se puede exigir un referéndum revocatorio una vez transcurrido, al menos, la mitad del mandato. Artículos como este se encuentran en las constituciones antes mencionadas pero también en algunos Estados de Estados Unidos. Sin embargo, Venezuela es el país donde la posibilidad de revocatoria alcanza al presidente y no sólo a gobernadores o intendentes. De hecho, la oposición a Chávez logró juntar las firmas y someter al bolivariano a un referéndum revocatorio en 2004 que fracasó por el masivo apoyo que tuvo Chávez en las urnas. Pero la posibilidad de una participación ciudadana directa vía referéndum no se circunscribe a la revocatoria de cargos electivos sino que aparece también, por ejemplo, cuando se trata de un tratado internacional que afecta la soberanía o delega competencias en órganos supranacionales (art. 73) o cuando se trata de temáticas o materias de especial trascendencia nacional en los Estados o Municipios (art. 71). En estos últimos dos casos se necesita un 15% y un 10% del padrón respectivamente. Con el mismo espíritu y recolectando firmas de un 10% de los electores, se pueden convocar referendos para derogar leyes de la Asamblea Nacional o decretos presidenciales también.
 Expuesto esto y a manera de conclusión, cabe indicar que aquellos que salieron a manifestarse con la cacerola podrían unificar sus reclamos y exigir una reforma constitucional que siga el modelo venezolano. A través de éste podrían juntar unos millones de firmas para exigir un referéndum revocatorio el cual ganarían si es correcto el diagnóstico que indica que hoy más de la mitad de la población desaprueba la gestión kirchnerista. Asimismo, juntando muchas menos firmas aún podrían llamar a un referendo para temas de relevancia como el uso de la cadena nacional y la derogación de la ley de medios si es que consideran que ambas cuestiones afectan la libertad de expresión. Incluso podrían derogar el decreto presidencial que instituyó la asignación universal por hijo si es que consideran que fomenta la procreación irresponsable. Por todo esto es que se puede decir, entonces, que, paradójicamente, las reivindicaciones de los caceroleros tendrán más posibilidad de éxito en la medida en que el diseño institucional de este país se acerque y se parezca cada vez más al de Venezuela.     

martes, 18 de septiembre de 2012

El dato (publicado el 18/9/12 en Diario Registrado)


Sobre el cacerolazo del último jueves se han hecho infinidad de análisis políticos y sociológicos que en general han obviado, por complicidad o por distracción, el dato central para realizar un diagnóstico serio. Tal dato es el que surgiría de una pregunta simple: ¿había, en las manifestaciones caceroleras, ciudadanos que el año pasado votaron por CFK? La pregunta es clave porque una respuesta afirmativa sería una prueba de un cambio en el humor social y la inclinación de un sector de los votantes kirchneristas a las filas de las consignas opositoras. Sin embargo, si la respuesta fuese negativa o el número de desencantados fuese ínfima, la conclusión a la que se arribaría y las preguntas que cabría hacerse serían completamente otras. En este sentido, si se estuviese ante la confluencia de una lista heteróclita de reclamos de ese 46% que no votó al oficialismo, el interrogante pasaría por identificar cuál fue la razón del éxito de la convocatoria comparado con los cacerolazos que se habían organizado en los últimos meses reuniendo un puñado de cientos en algunas esquinas puntuales, pero poco tendría que ver con una tendencia mayoritariamente antikirchnerista como la ocurrida en el transcurso del conflicto con el campo. Dicho en otras palabras, habría que indagar si fue una mejor utilización de la fuerza asociativa de las redes sociales o una exacerbación de antikirchnerismo entre los que ya venían siendo antikirchneristas y se ven impotentes ante un gobierno que avanza no sólo económicamente sino cultural y políticamente sobre cierto espacio simbólico de legitimidad que se han arrogado tradicionalmente las clases acomodadas.
Yo no estuve en la plaza ni tengo alrededor gente de confianza que allí haya estado como para consultar su parecer acerca de qué tipo de ciudadanos salieron a manifestarse contra el gobierno. Tampoco puedo guiarme por los analistas que llaman “diagnóstico” a lo que es un cúmulo casquivano de deseos. Mi intuición, cuya única corroboración empírica era una serie de declaraciones que algunos valientes noteros de la Televisión Pública y Canal 9 pudieron obtener, es que el nivel de odio existente no era compatible con alguien que, algunos meses atrás y más o menos convencido, hubiera apoyado la reelección de la presidenta. Además un intento empático me hacía suponer que las medidas que el gobierno tomó este año difícilmente hayan generado en alguno de sus votantes la sensación de “traición”. Pero, claro está, puede que yo no tenga la suficiente capacidad para tal ejercicio empático y tuviera una tendencia a dejarme llevar por una eventual y siempre posible edición sesgada que se hubiese hecho de esos testimonios.
Sin embargo, en el marco de esta incertidumbre y estas dudas, compartí un debate en el programa Con Voz Propia, conducido por Gustavo Sylvestre. Me acompañaban Gabriel Dreyfus, María O´Donnell y Luis Costa. En una de mis intervenciones, hice pública esta intuición e indiqué que hacía falta saber la cantidad de voto kirchnerista que había asistido a la marcha, y tuve la suerte de que Luis Costa, Director de la consultora IPSOS-Mora y Araujo (que había realizado un estudio de la composición de la manifestación), confirmara mi sospecha. Así, el mencionado indicó, palabras más, palabras menos, que “aquellos que se manifestaron en la Plaza de Mayo eran los sectores antikirchneristas que en las últimas elecciones no votaron al Frente para la Victoria”.
Ese era el dato base para cualquier diagnóstico sensato porque de ser así se estaría frente a un escenario en el que el punto de vista opuesto al oficialismo puede radicalizarse y movilizarse pero no alcanza a sumar ciudadanos que se inclinaron por apoyar el modelo oficial en 2011. En todo caso, se estaría ante un escenario de desgaste natural propio de cualquier ejercicio del poder pero no ante una tendencia marcada y un goteo incesante que supusiera una rápida pérdida de apoyo. Señalar esto no implica desmerecer ni los reclamos, ni la convocatoria ni su fuerza de movilización pero sí permite ubicarla en su magnitud y en su justo punto. Por ello es que por ahora, para entender los movimientos intestinos de la política argentina, me alcanza con ese dato.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Clarín ante el 7D (publicada el 13/9/12 en Veintitrés)

Desde que la Corte Suprema, tras algunos amagues y ambigüedades, le puso límite a la cautelar introducida por el grupo Clarín en lo referente a la llamada “cláusula de adecuación” de la Ley de servicios audiovisual, el 7 de diciembre (7D) se ha transformado en una fecha fetiche, especialmente para los que creemos que el espíritu desconcentrador de la ley no se podrá plasmar hasta que este grupo no se adecue a la normativa. Esto, claro está, no significa desconocer los problemas de implementación que está teniendo la ley en lo referente a cuestiones técnicas y económicas. Tampoco pasa por alto el lento proceso de cambio cultural que supondrá que las miradas alternativas que se expresarán en programas de radio y televisión novedosos sean elegidas por el público y de ese modo transformarse en destino de pauta privada. Simplemente se trata de afirmar que mientras el grupo dominante y hegemónico no se adecue, no se podrá hablar estrictamente de cumplimiento de la ley.
Ahora bien, dejando de lado esta breve introducción, la pregunta que muchos nos hacemos es qué sucederá ese 7D. Frente a ese interrogante hay diferentes tipos de respuestas y la primera que surge es la jurídica pues están quienes afirman que existiría un espacio pasible de interpretación en la determinación de la Corte. Concretamente el interrogante gira en torno a si el 7D de 2012 es el día en que Clarín debe desprenderse de buena parte de sus más de 300 señales o es simplemente el primer día en el que empieza a correr la cláusula de adecuación de la ley que imponía un año para desinvertir. Según esta última interpretación, obviamente la elegida por el Grupo Clarín, el 7D, pero de 2013, sería la fecha límite para el desprendimiento.
Los abogados tienen mucha más imaginación que este escriba y no se puede descontar la complicidad de algunos jueces, pero déjeme señalar que la interpretación de Clarín es, al menos, contraintuitiva. En otras palabras, si lo que está en juego es una cláusula que indica que es obligatorio desprenderse de varias señales en el plazo de un año y se logra una medida cautelar que ya lleva tres años de vigencia, tal medida se ha transformado solapadamente en un veredicto. En otras palabras, una medida cautelar, esto es, una medida de no innovar, ha beneficiado ya a uno de los litigantes además de haber perjudicado a sus competidores para quienes ya existe la obligación de desinvertir. En este sentido, resultaría insólito que, habiéndose ya beneficiado al Grupo, la justicia entienda que “se arranca desde cero” y que Clarín recién deberá desinvertir a fines de 2013.  
Pero dejando de lado la cuestión técnico-jurídica está la respuesta política y sobre ella me voy a detener. En este sentido, podemos volver a preguntar qué sucederá el 7D de 2012 y sobre este punto puede haber varias alternativas. La primera: Clarín se rinde. El 7D se juntan los mismos que “querían preguntar” con ramos de flores para despedir a un amigo. Bonelli llora ante las cámaras abrazado a Morales Solá mientras cantan el clásico elegíaco de Los Enanitos Verdes “porque siempre estarán en mí esos buenos momentos que pasamos sin saber que un amigo es una luz brillando en la oscuridad. Siempre serás mi amigo, no importa nada más”; Lanata llama a una insurrección de los débiles desde el Palacio Estrugamou mientras una señora de Recoleta se suicida ante la amenaza de transformarse en “cautiva” del “aluvión zoológico” que la llevará al “matadero”. Por último, las redes sociales llaman a poner “Me gusta” en la página “No a la Diktadura, Sí a la Democracia. Peña Susana Viau presente” y Jorge Altamira decide marchar con Chiche Gelblung hasta el monumento de Roca para recordar los buenos momentos en los que eran libres y compartían “champein”.           
Sin embargo, este es un país en el que todo es posible pero hay límites. Así que la posibilidad anterior se puede descartar. Para ser más específicos, todo lo descripto puede ocurrir pero lo que no va a suceder es que Clarín se rinda pues ni siquiera cedió a los obligatorios cambios en las grillas de los canales.
Así que habría una segunda opción que es el paso a la ilegalidad, una suerte de limbo de clandestinidad en la que pudiera hablarse con propiedad de ejercicio del terrorismo mediático. Se trataría de no acatar la ley y de exponer al gobierno al costo político de un desalojo con la fuerza pública. Esta hipótesis, lamentablemente, es la que considero más plausible puesto que hay algunos indicios del preparado del escenario. En particular ha crecido en las últimas semanas la acusación de presunta “chavización” del gobierno kirchnerista más allá de que pocos aclaren cuál es el significado de ese significante y qué acciones del gobierno argentino serían análogas al del gobierno bolivariano. Pero esta falta de precisión, justamente, es la que apunta al centro del asunto pues se trata de trazar un paralelo entre la actitud de Chávez frente a medios como RCTV y Globovisión y la acción de CFK frente a Clarín.                      
 Recuerde que el gobierno de Chávez no renovó la concesión a RCTV en 2007 acusando al canal de participar activamente a favor del golpe de Estado que intentó derrocar al boliviariano en 2002. En este caso, lo que fue una decisión legal (el espacio radioeléctrico es propiedad del Estado y RCTV había recibido en 1987 su concesión por 20 años), fue presentado como un ataque a la libertad de expresión a pesar de que el canal podía elegir seguir transmitiendo por cable o satélite. Como bien indica un informe de David Carracedo en Rebelion.org este tipo de medidas es común en todas partes del mundo y sin embargo no son presentadas como una persecución. De hecho, el autor contabilizó 236 clausuras, revocaciones y no renovaciones de Radio y TV en 21 países del mundo entre los que se encuentra Estados Unidos y algunos de los miembros de la Unión Europea. Algo similar sucede en la actualidad con Globovisión, una cadena privada abiertamente antichavista que ante la imposición de una multa avalada por el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela denunció persecución ideológica. En esta misma línea, otro canal privado, Venevisión, decía sufrir acoso a pesar de la vergonzosa edición que realizaron de la marcha que enfrentó a militantes chavistas y antichavistas en la previa al golpe ya mencionado de 2002. Para quien no esté al tanto, el editado de imágenes buscaba acusar de las muertes a los chavistas que, efectivamente, estaban armados. Sin embargo, como bien se puede ver en el documental La revolución no será televisada, los chavistas que disparaban no lo hacían contra la muchedumbre antichavista que, de hecho, ya no estaba en el lugar, sino contra los francotiradores que eran parte del plan desestabilizador.      
Lo más asombroso es que este tipo de líneas editoriales que actúan defendiendo intereses particulares pero exigen inmunidad e impunidad amparados en un principio universal como la libre expresión, se replica en todo el mundo. Recuérdese cómo el líbelo acusatorio que derivó en la farsesca puesta en escena del juicio político a Fernando Lugo en Paraguay no hacía más que basarse en versiones periodísticas de la prensa vernácula. Sobre esa “base probatoria”, se justificó un golpe de Estado. La misma línea siguen los diarios del “primer mundo”. Por citar un ejemplo que menciona Andrés Izarra en la Agencia Bolivariana de Noticias, entre el 15/1/08 y el 15/3/08 el diario Español El País publicó 142 artículos sobre Venezuela, lo que da un promedio 2,4 por día. De estas publicaciones, 5 fueron editoriales (es decir, un editorial cada 12 días) y 21 fueron artículos de opinión en los que sobresalía una marcada línea antichavista.
Para finalizar, entonces, el 7D en Argentina es una fecha límite no porque existan dudas acerca de la determinación que tomará el Grupo Clarín. La decisión ya está tomada: cuando las instancias judiciales no alcancen, pasará a la estricta ilegalidad y movilizará todos sus resortes en el país y en el extranjero para presentar como un ataque a la prensa independiente lo que no es más que la obligación del Estado de hacer cumplir una ley con amplio apoyo tanto en las cámaras que la sancionaron como en la sociedad civil.      

La política pervertida (publicada el 12/9/12 en Diario Registrado)


La tapa de Noticias en la que a través de una animación se observa la imagen de la presidenta de la Nación teniendo un orgasmo ha generado una inmensa polémica, la cual, seguramente, habrá derivado en un pírrico éxito comercial de la revista. La imagen controversial fue extraída de un videoclip de una banda de rock argentino/venezolana que actualmente reside en Miami y que mostraba a Cristina Fernández masturbándose tras observar la gran masa popular que la acompañaba en la Plaza de Mayo. Editorial Perfil recogió el video, lo publicó en su página WEB y lo sostuvo hasta el día de hoy a pesar de que Youtube lo dio de baja por incluir contenido inadecuado. Unos días después de la aparición online del video, los editores de Noticias extrajeron una imagen del mismo y la  incluyeron en la tapa. 
Hecha esta breve introducción es comprensible que se haya hablado muchísimo del asunto y que las repercusiones llegaran a merecer un repudio mayoritario de la Legislatura Nacional que incluso incluyó a vastos sectores opositores.
Ahora bien, generalmente, los comentarios apuntaron al componente misógino y de violencia de género que la tapa trasuntaría pero a mí me interesaría destacar otro aspecto, por llamarlo de algún modo, político, y el modo en que se busca relacionar a éste con la biología y la psiquis del líder.
Justamente, en esta línea, en mi último libro El adversario (Biblos, 2012) incluí un artículo titulado “Biopolítica” en el que mostraba el modo en que grandes editorialistas de los medios dominantes establecían una relación entre los tipos de políticas que llevan adelante líderes de centroizquierda latinoamericanos y las enfermedades que sus cuerpos individuales padecían. En Argentina esto apareció con mucha fuerza en ocasión de la muerte de Néstor Kirchner y a principios de este año ante la posibilidad de que la presidenta tuviera un cáncer. Pero lo mismo sucedió con las enfermedades de Chávez, Lugo y hasta del mismo Lula, en parte. Lo que esta cadena argumental supone es que la sociedad puede entenderse como un superorganismo cuya diferencia con los organismos que poseemos los individuos es meramente de tamaño. En otras palabras, al igual que cualquiera de nosotros, este superorganismo llamado sociedad, puede sufrir males y enfermar. Bajo este presupuesto, claro está, la argumentación prosigue identificando los presuntos males y es allí donde aparecen las políticas populistas que llevan o llevaron adelante los presidentes antes mencionados. ¿Pero cómo se puede probar que este tipo de políticas son dañinas para la sociedad toda? Evidentemente es muy difícil porque el análisis del cuerpo social es bastante más complejo que el de un cuerpo individual. De aquí que en una operación transitiva insólita los defensores de políticas antipopulares encuentren en la enfermedad del que lidera la supuesta prueba contundente desde el cual cimentar su razonamiento. De aquí que este pudiera expresarse así: es natural que una política que enferma a la sociedad toda, enferme a quien la promueve. Nótese, por cierto, además, que la idea de sociedad como organismo no es para nada novedosa y que siempre viene de la mano de la identificación de las supuestas enfermedades que la aquejan. De aquí que el lenguaje, por ejemplo, de la última dictadura militar argentina hablara de la subversión como un cáncer que, en tanto tal, había que extirparlo y eliminarlo.
Ahora bien, ¿la actual tapa de Noticias reproduce esta lógica? Completamente aunque, esta vez lo hace desde la perspectiva del desequilibrio psíquico. Desde este punto de vista, Cristina Fernández sería una suerte de maníaca autoritaria cuya principal perversión es el ejercicio del poder. Este poder en relación directa con la masa viene a ocupar el lugar del marido ausente lo cual, a su vez, reproduce la clásica idea patriarcal de la mujer como varón fallido al que “algo le falta”. Así, muerto Kirchner, el goce de su esposa estaría en esa relación enfermiza con el (masculino y erotizante) pueblo. Lo que se sigue de aquí es un salto lógico por el cual, suponiendo que esto fuese verdad, se da a entender que la consecuencia de este vínculo enfermizo son políticas igualmente enfermizas que no pueden más que afectar al cuerpo social en su conjunto. Así, concluirían, algo torpemente: a mujer pervertida, políticas pervertidas.
La pregunta final sería, entonces, ¿qué tipo de política se puede intentar construir cuando el adversario es visto como una enfermedad? ¿Qué diálogo es posible constituir con aquello que es necesario extirpar? Y lo más preocupante ¿Qué hacer con los millones de ciudadanos que apoyan estas políticas? ¿Acaso alguien se atreverá a decir públicamente que habría que “curarlos”? De ser así, ¿la cura se dará por la vía democrática? 

              

jueves, 6 de septiembre de 2012

Conozcamos a nuestro enemigo (publicado el 6/9/12 en Veintitrés)


Hoy le propongo una nota distinta enmarcada en un juego. Nada novedoso por cierto. Podría ser una suerte de “Adivina adivinador”. Mi rol será el de un mero amanuense con cierta capacidad de edición y la metodología será la siguiente: transcribiré algunos párrafos de un documento que circuló en algún momento en nuestro país. Usted deberá adivinar a quién pertenece, en el ámbito de qué institución circuló y en qué año apareció.  
Le adelanto un primer párrafo y luego le iré dando algunas ayuditas: “La conquista de la persona, (…) se logra como contralor de su personalidad física y moral, dentro de los grupos sociales o medios locales donde actúa. (…) Esta conquista sigue normalmente el siguiente proceso: en una primera se crean nuevos vínculos con el individuo, yuxtaponiéndolos a los antiguos: al mismo tiempo se inicia la transformación de la personalidad del mismo (acción sicológica [SIC], adoctrinamiento, etc.) (…) Para lograr la subversión de la persona, a través de las etapas señaladas precedentemente (…) se vale[n] de los siguientes procedimientos: a) Transformación y orientación de su personalidad, mediante el adoctrinamiento. b) Destrucción del concepto tradicional de familia (mediante divorcio, unión libre, etc.), reemplazándolo por otro que sirva a las necesidades políticas del partido c) Integración del individuo al medio grupal-social donde actúa en lo local y/o territorial bajo la conducción política-económica y subversiva del partido d) Integración del individuo al grupo profesional al cual pertenece, haciéndolo actuar dentro del mismo, conforme a la dirección el partido e) La misma integración se realiza, respecto a organizaciones que actúan en la sociedad, aprovechando edades, sexo o vínculos de distinto orden (movimiento feminista, de juventudes, de ancianos, etc.).  
Estoy imaginando que le ha sorprendido la aparición de una palabra que se ha puesto de moda en las últimas semanas: “adoctrinamiento”. Sin embargo entiendo que puede que todavía no haya podido acertar de qué documento se trata. Agregaré algunos párrafos más:
“Objetivos: influir en el ámbito educativo, introduciendo la filosofía marxista, mediante un hábil disfraz peronista, a efectos de formar cuadros y captar ideológicamente a los futuros dirigentes del país; constituir y desarrollar las agrupaciones de base, en especial en los colegios técnicos, con el fin de desarrollar en el estudiantado una toma de conciencia política, orientada hacia principios del Movimiento Peronista Auténtico. (…) Acciones que desarrolla: (…) Apoyar  las estructuras de las BDSM (Otras bandas de delincuentes subversivos marxistas) MONTONEROS en otros frentes (villeros, inquilinos, solidaridad con los presos, etc.), con personal y medios, en especial en lo relativo a propaganda”
Entiendo que las palabras “montoneros” y “marxistas” no pueden hacer más que confundir. ¿Acaso se trata de un artículo de Marcos Aguinis o Carlos Pagni? Podría ser pero no. Tampoco se deje engañar por los “inquilinos” como amenaza o la “solidaridad con los presos” pues no se trata de declaraciones de Sergio Schoklender o algún editorialista trasnochado que considera que La Cámpora se está metiendo en las cárceles para formar grupos de choque que eventualmente puedan pasar a la lucha armada. Agrego otro párrafo. Supongo que usted estará bien encaminado ya.
“[Respecto a la Juventud Guevarista] En el frente estudiantil, consecuente a sus capacidades, ha debido volcar su centro de gravedad en el sector secundario, a raíz de la falta de respuesta y fracaso de su accionar en el sector terciario, e impulsado por la modificación de la edad para efectuar el servicio militar obligatorio, considerándose en tal sentido que la activación debe comenzar a partir del séptimo grado, a fin de darle tiempo suficiente a la concientización de los militantes y poder posteriormente infiltrarlos en las Fuerzas Armadas”. (…)  El accionar subversivo se desarrolla a través de maestros ideológicamente captados que inciden sobre las mentes de los pequeños alumnos, fomentando el desarrollo de ideas o conductas rebeldes, aptas para la acción que se desarrollará en niveles superiores (…) En este sentido se ha advertido en los últimos tiempos, una notoria ofensiva marxista en el área de la literatura infantil. En ella se propone emitir un tipo de mensaje que parta del niño y le permita “autoeducarse” sobre la base de la “libertad y la alternativa”. (…) El accionar subversivo se desarrolla tratando de lograr en el estudiantado una personalidad hostil a la sociedad, a las autoridades y a todos los principios e instituciones fundamentales que las apoyan (…) Se asiste así a una curiosa evolución de ideas (no original en nuestro país), que lleva a una parte de los estudiantes a convertirse en enemigos de la organización social en la cual viven en paz y en amigos de los responsables de los disturbios que los fanatizan a favor del triunfo de esta, otra ideología ajena al ser nacional”
Por si no quedó claro: no es una nota reciente ni de La Nación ni de Clarín. Tampoco una declaración de un funcionario del PRO. Ya sé que puede confundir que este documento plantee que existen grupos organizados que intentan ingresar en las escuelas pero le doy una ayudita importantísima: por más que coincida casi de forma calcada con algunas de las barbaridades que se andan diciendo últimamente, este documento no es actual sino que fue escrito en Argentina durante la segunda mitad del siglo XX.
“Cualquier profesor de cualquier materia puede llegar a través de charlas informales a expresar tendenciosamente sus impresiones respecto a temas que interesan a los alumnos, y en especial, los preceptores que aprovechan las horas libres para realizar adoctrinamiento”.
No insista. Le digo que no es una declaración de Esteban Bullrich ni la justificación para sancionar a los docentes que hicieron una parodia sobre él y el Jefe de gobierno donde no debían hacerlo.  Tampoco son del Ministro ni del Ingeniero las siguientes palabras en contra del aumento de los salarios docentes que aparecen en este mismo documento: “Los incrementos logrados en las remuneraciones, tendieron a desjerarquizar la función directiva y la supervisión, desalentando de esta manera a quienes aspiraban a acceder a estos cargos como culminación de su carrera. Con ello se lograba una apatía en el ejercicio de esas funciones y posibilitaba el activismo subversivo en los establecimientos educativos. (…) En este orden de ideas, la docencia cumple un rol prioritario, en razón de que, sin perder de vista la evolución moderna de las ciencias y las ideas, ella ejerce una responsabilidad primaria, una acción de transmisión generacional, por la cual se efectiviza la continuidad de nuestra cultura tradicional y de la filosofía que la orienta. Vale decir que, a los educadores, les cabe el calificativo de “custodios de nuestra soberanía ideológica”.
¿Y? ¿Adivinó? No tengo más espacio. Le voy a tener que dar la respuesta. Se trata del documento distribuido por el Ministerio de Cultura y Educación en el inicio del ciclo lectivo 1978 y de lectura obligatoria para todos los docentes. Era el modo en que el gobierno militar “bajaba” a la institución educativa su régimen de persecución y muerte. Contaba con 80 páginas y su nombre era “Subversión en el ámbito educativo. (Conozcamos a nuestro enemigo)”. Viene precedido de la resolución 538 del Ministerio de Cultura y Educación con fecha 27 de octubre de 1977 y firmada por el entonces ministro Juan José Catalán.    
A los que no pudieron acertar les prometo nuevos juegos en el futuro. Respecto a los que ganaron, la ciudad ya tiene disponible su 0800 para exigir el premio.

La revolución no será respirada (publicada el 5/9/12 en Diario Registrado)


La llegada al país de Sri Sri Ravi Shankar, en el marco del ciclo de charlas “Buenos Aires, capital mundial del amor” que cuenta con el auspicio del gobierno de la ciudad y el grupo Clarín entre otros, desató una enorme cantidad de polémicas. La más interesante tiene que ver con la eterna discusión acerca del Estado neutral o perfeccionista. En otras palabras, ¿los Estados deben comprometerse con un ideal de buena vida y fomentarlo ya sea en forma de meditación ya sea en formato de Nestornauta? ¿O deben permanecer neutrales y dejar que sean los individuos y la propiedad sociedad civil la que se agrupe y desarrolle su propia concepción de lo que considera una vida digna de ser vivida? Esta última visión es la de cierta línea al interior de la corriente liberal, la cual suele recibir la acusación de esconder, detrás de la mascarada de la neutralidad, una concepción del bien. Tales críticos, entonces, sostienen que aun los Estados pretendidamente neutrales acaban siendo perfeccionistas, esto es, acaban fomentando en mayor o menor grado, lo que consideran un buen vivir.
 Dicho esto y asumiendo que el gobierno de la ciudad no puede cumplir con la incumplible neutralidad, la pregunta es ¿qué ideal, qué visión intenta fomentar? Si bien es injusto llegar a proposiciones taxativas a partir de un solo hecho, la importancia que la administración PRO le está dando a este evento va bastante más allá de vínculos personales o gustos particulares de algunos de sus miembros. Con esto quiero decir que hay una definición de la política detrás de este ciclo de conferencias además de una insólita junta de personajes que, con todo respeto, parecen salidos de un cuento teratológico y posmoderno. Por citar algunos de los conferencistas y los títulos con que se autonominan: René May, Francia, Maestro Sanador; Daniel Goleman, Estados Unidos, Inteligencia Emocional; Ari Paluch, Argentina, Comunicador espiritual; Gabriel Rugiero, Argentino, Brujito (SIC) Maya; Ariadna Tapia, México, Angelóloga (SIC); Liliana Hollman, Argentina, psicóloga especialista en terapias de regresión a vidas pasadas (SIC); Pablito (SIC) Martín, Argentina, chef y periodista. Invito a los interesados a ver la lista entera de conferenciantes en la página  http://www.fevida.com.ar/conferencias-fevida.html donde verán cómo entre los ya mencionados aparecen entremezclados no sólo Mauricio Macri sino el Presidente de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti (quien a último momento desistió) y el legislador del PRO Avelino Tamargo quien a pesar de hacer política y ocupar un cargo legislativo disertará sobre “La espiritualidad como respuesta a las causas de la sociedad argentina”, lo que se presume será, la continuación vernácula de aquel clásico de Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo.
          Pero más allá del bizarro listado, y mientras varios programas de televisión nos enseñan a respirar profundo como forma de aventar todas nuestras desgracias, ¿qué concepción de la política subyace a estos denominados referentes espirituales? Es muy difícil encontrar una definición que pueda cubrir este amplio espectro de trayectorias pero el apotegma retomado por Marcelo Tinelli a partir de su vínculo con El Arte de Vivir, la Fundación presidida por Sri Sri Ravi Shankar, es sintomático:   “si sucede conviene”. Lo que expresa tal frase tiene larga trayectoria tanto en la historia de las filosofías que se expresaron desde diferentes puntos de vista a favor de una cierta armonía preestablecida,  los “mejores mundos posibles” o los secretos designios de la Naturaleza, como así también a partir de los pensamientos mitológicos que justificaban cualquier hecho natural como una intervención de la o las divinidades.  
Pero el “si sucede, conviene” condensa un clima de época. Por un lado exalta lo dado y nos invita a interpretarlo acríticamente. Así, desde este punto de vista, la pobreza, la injusticia social, la violencia de género, los genocidios, son todos fenómenos que suceden o sucedieron y de los cuales debemos obtener una “conveniencia”. Como conviene no debemos criticarlos ni transformarlos. Ni siquiera debemos buscar culpables de tropelías pasadas porque eso que sucedió, al fin de cuentas, convino. Y en esta conveniencia aparece el signo de nuestros tiempos: no hay que criticar lo dado porque, al fin de cuentas, hacerlo, no trae beneficios. Esto supone la realización de un cálculo economicista en el que se está más cerca de una ética empresarial que de una ética de valores trascendentes. Hay que respirar hondo y meditar porque la única manera de resistir un exterior hostil es a través de la resignación y la introspección hacia el mundo interior, único ámbito donde alcanzar la felicidad bajo la suposición de que ésta se puede constituir independientemente de los vínculos sociales y comunitarios en un armado completamente esquizoide.
Por ello, sin caerle encima a los usuarios y consumidores medios de este tipo de prácticas en las que algunos pueden hallar genuinos sentidos que las religiones tradicionales hoy no pueden brindarles, tengamos en cuenta que la meditación es también una política y, por sobre todo, que la revolución no será respirada.